El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo de David M. Barnett
Un pitido sale del monitor. —Eso tiene que ser lo de los procedimientos de diagnóstico. Thomas se acerca para encender la pantalla pasando los dedos por el teclado. —Ah, pues no, es alguien tratando de venderme Viagra. No podría darle mucho uso aquí. Aunque tampoco es que pudiera darle mucho uso allá abajo, la verdad. Baumann hace una pausa. —¿Cómo lo haces? Lo de ser un gruñón y ser gracioso al mismo tiempo. —Es un don. Te lo enseñaré de cervezas un día de estos. Te aviso cuando monte el bar en Marte y puedas pasarte a por unos cuantos tragos. Pero, bien pensado —dice con voz vacilante— la atmósfera no será muy buena. |