Dos chicos besándose de David Levithan
Que sutil ironía: justo cuando dejamos de querer matarnos, empezamos a morir. Cuando nos sentíamos fuertes, nos quedábamos sin fuerzas. Eso no debería sucederos a vosotros. Los adultos pueden decir todo lo que quieran sobre lo invencibles que se sienten los jóvenes. Algunos fuimos así de fanfarrones, por supuesto. De hecho, también había na oscura voz interna que nos decía que estábamos condenados. Y lo estuvimos, pero dejamos de estarlo. Jamas deberíais sentiros condenados. |