Una absurda historia más de Dana Darius
En ese momento no me puedo reprimir, la tengo tan cerca señalándome con el dedo que no la dejo terminar. La beso con pasión, como si llevara años deseando aquello, no sé por qué lo hago, solo sé que me dejo llevar por mis impulsos, por el deseo. La siento en mi mesa y me cuelo entre sus piernas bajando su cremallera, esa cremallera que me ha tenido obsesionado desde que la he visto. La observo, disfruto viendo su cuerpo, que sigue siendo perfecto. Lleva un conjunto negro que le queda espectacular, la beso por el cuello, y ella me deja hacer.
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