Icono de la moda y una de las actrices más recordadas del Hollywood clásico, Audrey Hepburn es un gran referente cultural y de estilo, un mito eterno del que cada cierto tiempo, como no, salen nuevas biografías y obras referentes a su vida, impacto en el mundo de la moda y carrera. El artista gráfico Christopher y la guionista y productora cinematográfica Eileen Hofer nos traen esta novela gráfica que recoge la vida de Audrey desde su nacimiento hasta su muerte en 1993, hablando de los mayores ítems de su intensa biografía, y que ha sido asesorada por el hijo menor de la protagonista, Lucca Dotti, de quién se incluye una entrevista al final del volumen. Se trata de un trabajo que se nota que está hecho desde el amor, el respeto, el mimo y el cuidado, y eso ayuda a que se disfrute su lectura. Como biografía es muy completa, no se deja nada relevante en el tintero y recoge los momentos más importantes de la existencia de Audrey , haciendo un repaso muy interesante por su personalidad y logrando darnos una perspectiva de su persona increíblemente intima y cercana. Me ha parecido muy interesante y necesario que se hablen con profundidad de dos de las etapas que más influyeron en la existencia de la actriz: su infancia, marcada por la ocupación alemana en los Países Bajos y la Segunda Guerra Mundial y sus experiencias familiares, y el trabajo humanitario que llevó acabo en sus últimos años para la organización Unicef. Muchas veces nos podemos quedar con una carrera marcada por modelos de Givenchy, premios, películas, con los guionistas y actores más importantes de su época y reportajes fotográficos. Y eso, desde luego forma parte del bagaje de lo que fue Audrey Hepburn. Pero seguramente, a nivel humano y personal, fueron estos dos momentos vitales, los que más forjaron su brillante, dulce, tenaz y desinteresada, personalidad, más que su prolofica carrera en Hollywood. Las penurias por las que tuvo que pasar en su adolescencia durante la ocupación nazi deterioraron su salud hasta el punto de impedirla seguir formándose como bailarina, que era su auténtico sueño. el hambre, las enfermedades y la malnutrición que pasaron durante estos años se grabaron a fuego en Audrey, que nunca olvidaría esas angustias, junto a la forma en que muchos familiares y amigos perdieron la vida por culpa de la guerra y las medidas racistas de los nazis. Una ideología que, y estoy yo no lo sabía, sus padres apoyaron sin reservas. De hecho, también me parece muy interesante que se hable tanto de cómo sus figuras parentales marcaron a la futura actriz, cuyo gran trauma adulto fue el que su padre la abandonase sin decir ni una palabra cuando era niña, ya que siempre se esforzó por ser la mejor actriz posible, con el fin de que él, donde quiera que estuviese, se sintiera orgulloso de ella. a todo esto, había que sumar la relación tan compleja, incluso, opresiva que mantuvo durante toda su vida con su madre, Ella. Y es que la novela gráfica no esconde ninguno de los momentos más tristes y oscuros de la vida de Audrey. De los horrores de la guerra nos trasladamod a como paso de convertirse en una anónima modelo y actriz secundaria a interpretar sobre las tablas de Broadway a uno de los personajes más carismáticos de la escritora francesa Collete. Y de ahí el salto a Hollywood con su primer papel protagonista junto a Gregory Peck en “Vacaciones en Roma”, cuya actuación le valió el único Oscar que recibió. Y después ñ se sucederían títulos que ya son historia del séptimo arte en una trayectoria llena de papeles luminosos; la actriz no quería hacer cosas que fueran tristes y y oscuras, porque le recordaban muchísimo a los sufrimientos por los que había pasado. Quizás, el único pero que podría ponerle a la novela gráfica es que noto que el paso de la grabación de un film al otro sea a veces demasiado abrupta, apenas se hace hincapié en el argumento de cada una de las películas. Si si no conoces un poco la filmografía de Audrey esto puede hacer que la lectura sea un tanto confusa y abrupta. Pero es que a los autores no les interesa tanto su trabajo como su trayectoria privada. Entre toma y toma seremos el lector será testigo del fracaso de los dos matrimonios de Audrey y la mala suerte que tuvo con sus dos maridos: el primero, el también actor Mel Ferrer, demasiado controlador y envidioso del éxito de Audrey; el segundo, el doctor italiano, Andrea Doti, nueve años más joven y le fue infiel en numerosas ocasiones; descubrirá el calvario, que le supuso ser madre debido a varios abortos, y como los dos hijos que tuvo con cada uno de sus maridos fueron la luz de su existencia; conocerá la faceta más cotidiana de Audrey, su amor, por la naturaleza y su deseo de tener un hogar propio; cómo encontraba la tranquilidad en las pequeñas cosas como en preparar la comida o en arreglar su jardín. Descubrirá la amistad cercana que tuvo con varios de los rostros más importantes del cine en su época más dorada, con la aparición anecdótica y liviana entre estas páginas de pesos pesados como Sophia Loren, Yul Brunner y su mujer o Gary Cooper. Éstos nombres se dejarán caer, como quien no quiere la cosa, entre estas páginas junto a otros pesos pesados como la ya mencionada Collette, Marylin Monroe, Humphrey Bogart, Patricia Neal, Truman Capote o Billy Wilder; demostrando lo extraordinaria que fue la vida de esta actriz, al poder tratar de tu a tu a estos nombres tan relevantes. Y todo para acabar desembocando en la relación que entabló en sus últimos años con Robert Woldress, quien por fin le dió el apoyo y el amor que siempre deseo. Y que la acompañó en el proyecto en el que más se implicó, aquel, en el que por fin encontró su auténtico lugar en el mundo y se sintió útil: la labor humanitaria que la llevó a países tercermundistas y en guerra, en los que muchos niños sufrían por los diferentes conflictos bélicos, el hambre y ma sed , la falta de ayudas medicas y educacion. Y gracias a su influencia, Audrey se dejó la piel para intentar paliar todos estos sufrimientos y concienciar al mundo sobre los derechos de los niños y las necesidades que muchos tenían en partes alejadas del globo. Aparte del comentario que he hecho sobre el paso de unas películas a otros, el ritmo narrativo de esta novela gráfica está muy conseguido, haciendo que sea una lectura bastante amena, si bien en ciertos momentos cuesta seguir la narración. Respecto al apartado gráfico, está claro que Christopher es un dibujante con un sello muy marcado. “Audrey Hepburn” ilustrado con imágenes en blanco y negro, de trazo sencillo y pocos detalles. El esplendor lo deja cuando le toca reproducir fotografías o fotogramas de las películas y sesiones gráficas que Audrey protagonizó por su trabajo (que son unas cuantas), donde reproduce con mucha fidelidad todos los detalles de las indumentarias que llevaba la actriz y las poses que ponía. Pero antes de eso, los horrores de la guerra ocupan un espacio muy importante en las primeras páginas de este volumen, representados de una manera contundente y lírica, a veces cruda. Y que demuestra hasta que esta etapa impacto en nuestra protagonista de una forma decisiva, y todo el horror que conllevaba. De todas formas, hay que señalar que hay pequeños errores de edición, como que los diálogos no estén bien centrados en los bocadillos de las viñetas. En definitiva, esta novela gráfica es necesaria que esté en las estanterías de cualquier fan o admirador de la mítica actriz. Como fan hace rima que soy de ella, solo puedo recomendárosla. Incluso aunque sepas cómo fue su vida y muchas cosas de su biografía, habrá datos y curiosidades que te llamarán la atención y que seguro que no conocías (yo no tenía ni idea de la amistad tan estrecha que tuvo con los Brunner; compuso una canción en su honor y la llamó por su nombre, por poner solo unos ejemplos) y te acercaran a la faceta más humana y real de uno de los mitos culturales más importantes del último siglo. Audrey nos dejó hace 31 años, pero su estela sigue siendo imparable y tan eterna como el brillo de sus ojos. Y no es solo una estela de glamour, vestidos bonitos y películas inolvidables. Es también una lección de amor y desinterés la que nos enseñó, por la manera en que hizo suyas las voces de los más necesitados, por como de todos sus sufrimientos sacó una lección que le ayudó a superar las desgracias intrínsecas en cada existencia humana por las que tuvo que pasar; dando luz, cariño y amor a todos aquellos que la conocieron en persona, o que simplemente la hemos admirado por su trabajo en el cine. + Leer más |