Y para amarte, toda una vida de Christine Cross
Charles contempló con fascinación el brillo chispeante y risueño en el fondo de aquellos preciosos ojos verdeazulados y notó que algo extraño sucedía en el interior de su pecho, como si su corazón se hubiese expandido de pronto o, simplemente, hubiese cambiado de lugar. Necesitaba conocer su nombre y saberlo todo sobre la dama, porque por primera vez en toda su vida, la risa había brotado en él de manera natural. En ese instante tuvo la certeza de que aquella joven podía convertirse en su felicidad.
|