Abierto toda la noche de Charles Bukowski
A Jane Cooney Baker, fallecida el 22/01/62 así pues, te has ido dejándome aquí en una habitación con la persiana rota y el Idilio de Sigfrido sonando en una pequeña radio roja. y te fuiste tan rápido, tan de repente como llegaste y mientras te enjugaba la cara y los labios abriste los ojos más grandes que aún pueda ver y dijiste: «es posible que supiera que eras tú», y me reconociste aunque no durante mucho rato y un viejo de piernecitas blancas en la cama de al lado dijo: «no quiero morir», y volvió a salirte sangre y la sostuve en el cuenco de mis manos, todo lo que quedaba de las noches, y también de los días, y el viejo seguía vivo pero tú ya no, nosotros ya no. y te fuiste como llegaste, me dejaste rápidamente, me habías dejado tantas veces antes cuando pensaba que me destrozaría pero no me destrozaba y tú siempre volvías. ahora he apagado la radio y alguien en el apartamento de al lado da un portazo. la condena es firme: no te encontraré en la calle ni sonará el teléfono, y ni un solo momento podré estar en paz. no es suficiente que haya muchas muertes y que esta no sea la primera; no es suficiente que pueda vivir muchos más días, quizá incluso más años. no es suficiente. el teléfono es como un animal muerto que no habla, y cuando hable de nuevo, ahora siempre será la voz equivocada. te he esperado otras veces y siempre has entrado por la puerta. ahora tú tienes que esperarme a mí. |