La transformación navideña de Caroline Mickelson
—Bésame —le ordenó—. Apresúrate. ¿Había algún hombre alguna vez recibido semejante oferta inesperada y tentadora? Dean creía que no. Pero, solo para asegurarse de que no se pasaría de la raya, se inclinó y le dio un beso casto en la mejilla. —Así, no. —Jackie levantó los brazos y tomó su rostro entre las manos—. Bésame bien. —Sin esperar a que él reaccionara, o se opusiera (a él ni siquiera se le ocurriría pensarlo), lo besó a conciencia. Lo besó hasta que las rodillas de él flaquearon, hasta que él oyó campanas de Navidad, y hasta que él decidió que Jackie Frost era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida. A partir de ese momento. |