La otra gente de C. J. Tudor
Al parecer, durante todo el año se realizaban festividades concebidas para evitar que los solitarios se olvidaran de su soledad. Sin hijos, con los ojos iluminados por los destellos y centelleos de los fuegos artificiales. Sin una media naranja a la que abrazar y arrimarse para combatir el frío del otoño.
|