Las horas prestadas de Belén Conde Durán
Alyssa, la hija de uno de los compañeros de mi padre, tenía quince años y estaba ansiosa por que su padre se convirtiera en un reputado ingeniero que la llevara de gira por el mundo: se le notaba a la legua que habría dado uno de sus brazos por estar en mi pellejo. No sabía si compadecerla o echarme a reír.
|