Mujeres excelentes de Barbara Pym
Quizás sea un exceso tantas tazas de té, pensé, mientras observaba a miss Statham llenar la pesada tetera. Todos habíamos cenado, o se suponía que lo habíamos hecho, y estábamos reunidos para decidir la organización del bazar de Navidad. ¿Necesitábamos de verdad una taza de té? Incluso se lo dije a miss Statham y ella me dirigió una mirada dolida, casi enfadada: Necesitamos un té?, repitió, - pero miss Lahtbury. Parecía afligida y desconcertada y empecé a vislumbrar que mi pregunta había afectado a algo profundo y fundamental. Era la clase de pregunta que desencadena un corrimiento de tierras en la mente.
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