Baldomero Fernández Moreno
Supongo, digo, un muchacho así que, más adelante, consiguió estudiar unos años en la ciudad, que llega a esta casa, alquila una habitación, se asoma primero al balcón de Rivadavia, después, por los fondos, ve el patio, y luego, reposadamente, se sienta a una mesa con un tapete descolorido y algún hilillo de oro, toma la pluma y escribe el primer capítulo de una obra maestra.
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