Antonio Lucas
El mar es indiferente al dolor. La sabiduría que otorga consiste en sobrevivirlo, porque sólo tiene una misión : devolver de algún modo el maltrato que recibe. Incluso su aparente calma es un infierno capaz de crujirte los huesos de un solo golpe (167). Y pienso en la renuncia que en momentos implica decir adiós. A los marineros tampoco les gusta despedirse: unos porque aman demasiado lo que dejan, otros porque huyen de eso mismo que han amado (203). |