Antonio Lucas
Todo igual. Las olas también son siempre las mismas, lo que cambia es la manera de sortearlas. La paciencia de estos marineros es providencial. El mar es espera. Esperar evitando la quietud. La quietud aquí no es templanza, sino derrota. Es difícil definir la insoportable indiferencia del mar (105). Y, sin embargo, cada uno de los días que llevo en el mar me parecen días logrados. Después de un tiempo, los hombres en Gran Sol se desprenden de cualquier abstracción y adoptan una realidad donde refugiarse : concreta, única, propia. Aprendieron que el océano no se idealiza : se soporta y se respeta. Sus vidas se han adaptado a la superficie ondulante del agua, a esa mitología acotada por el perímetro de una embarcación donde un aire medio heroico y de condena los va alejando de la tierra por partes (155). |