La casa holandesa de Ann Patchett
Se lo debí decir a tu padre como cien veces; que Maeve se corte el pelo. Pero no me hacía caso. Le daba igual. Yo siempre he querido que lo supieras, por tu propio bien. Llevas un pelo espantoso. Él no me lo permitió nunca. Siempre decía que era tu pelo, y punto.
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