Revelación de Anissa B. Damom
—No paso hambre —soltó como si nada—. Pero mi maestra me repugna. Me trata como si necesitase de su ayuda, ¡le doy pena! —Prometiste no hacerle daño, debes mantener tu palabra. —No la he tocado… a ella. —¿Qué has hecho? —parecía interesado, más que preocupado. —Maté a su pájaro y lo eché en su comida —Abrió mucho los ojos, feliz—. ¡Se lo comió! Christian soltó una carcajada alegre. —¿Eso hiciste? —La cogió en brazos y la abrazó, sin poder parar de reír—. Mi pequeña Tine… ¡es brillante! —felicitó. Esa visión e Christian en plan padrazo me desconcertaba. ¡Era la versión macabra de una familia feliz en la que el tema del día es: «cómo ha torturado la niña de siete años a su profesora de colegio»! |