Éxodo de Anissa B. Damom
—Respóndeme a otra pregunta entonces. ¿Cabe la posibilidad de que lleguemos a ser…amigos? —le dije apartando la mirada. Su risa me tomó por sorpresa. —No, de ninguna manera. Alcé la vista, confundida. —¿Qué somos entonces? —Dos almas torturadas que se necesitan desesperadamente la una a la otra. Ladeé la vista hacia el horizonte para impedir que viera la sonrisa tiste que había aparecido en mi cara. —Es una gran definición —reconocí. —No sería bueno como amigo; no se me da bien interesarme por los demás —dijo para sí mismo—. Los grandes predadores somos las criaturas más egoístas de la faz de la tierra. |