Los bastardos reales de Andrew Shvarts
—Mierda. — Jax sacudió la cabeza—. No es que les tuviese demasiado aprecio, pero es una forma horrible de morir. Hace que casi sientas pena por ellos. —Yo no siento pena por ellos —dijo Zell. —Sí, bueno, tú apenas sientes emociones entre “tengo que matar” y “ya he matado”, así que eso no es ninguna sorpresa —rio Jax—. Aun así, ese movimiento con la espada y esa patada… te has deshecho de dos… Bastante impresionante, Zell. Bastante impresionante. |