De ganados y hombres de Ana Paula Maia
Está habituado al calor, al polvo, a las moscas, a la sangre y a la muerte. De eso se trata un matadero. Se mata. Jamás se le ocurrió ir al otro lado de la ciudad a cuestionar el modo en que cocinan churrascos que él nunca va a comer. No piensa en eso. No le importa quién se vaya a comer la última vaca que ha golpeado; le importa, sí, encomendar el alma de cada rumiante que se cruza en su camino. Cree que esos animales también tienen un alma y que él deberá dar cuenta de cada una de ellas cuando muera.
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