¿Para qué sirve realmente la ética? de Adela Cortina
Y es verdad que la maldición del cortoplacismo es una amenaza para la construcción cuidadosa del carácter en el mundo económico. En tiempos de globalización el trabajo estable se transforma en trabajo precario, la identidad que se lograba a través de una especialización se convierte en "empleabilidad", en virtud de la cual el empleado igual sirve para un regado que para un barrido, y la fuerza de una comunidad empresarial degenera en redes y trabajo en equipo, tan flexibles como evanescentes. Pero también el mundo político está sometido al imperativo del corto plazo, porque conquistar y conservar el poder requiere estar obsesivamente atentos a los calendarios electorales, a calibrar cuál es el mejor momento para tomar determinadas decisiones de modo que no merme el número de cotos, a lanzar las redes en lugares insospechados tratando de pescar lo que se pueda, amoldando la red a la posible pesca.
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