PERSECUCIÓN de Toni Sala Isern
No sabíamos si el otro estaba o no al tanto de la intensidad del odio que nos teníamos. La cárcel de verdad era la parte incomprensible de ese odio. Entendía el resto del mundo por contraposición a ese núcleo de odio disfrazado de celos. No podía mirar el odio directamente a los ojos. Me parecía que sin el punto ciego del odio me calmaría. A veces pienso que la maté en defensa propia. A veces pienso que no la maté yo.
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