Mejor muerto de Susana Rodríguez Lezaun
Lo era. Tenía la boca abierta y ladeada, un morado en la cara y arañazos en el hombro. No se lo mostaron completo, pero se imaginó el resto. Conocía ese cuerpo como la palma de su mano, y la alegraba saber que no volvería a verlo nunca más
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