Apaga el fuego, si puedes de María Laso
Dios me ha confiado mi vida. Estoy obligada a recibirla con gratitud. No he podido conservarla con honor para la salvación de mi alma, pero tampoco puedo quitármela así como así, porque soy solo su administradora, no la propietaria. Es un don de nuestro Salvador, y solo él tiene autoridad para despojar de su savia mi cuerpo
|