El cocinero y la ostra: 126 de Lucía Núñez García
Diego sacó una navaja con grabados de aguafuerte en ambas caras y con cuidado presionó con ella entre las dos valvas de la ostra. Esta se abrió, liberando un fragante olor a mar. Con habilidad separó con la navaja la carne de la concha. Entonces se acercó a la condesa y le tendió la ostra. Anne la cogió y, mirándole a los ojos, giró la mano y el contenido de la ostra se vertió sobre su escote. La ostra se escurrió suavemente por el seno antes de desaparecer bajo el corpiño. |