Vendrá la muerte y tendrá tu rostro de José Luis Tomás Porta
«Ya no existía yo, ya no existía su cuerpo, ya no existía ella. ¿Cómo era ella, cómo era su mirada, sus palabras, quién era, dónde estaba? Todo lo ocupaba ella, pero ella era tan solo ya mi pensamiento, una sustitución que se hacía metálica dentro de mí, que me iba llenando y me molestaba hasta hacerme gritar de rabia, porque cada pensamiento mío de ella iba alejando más aquel momento en que fue verdad, se iba convirtiendo en simple recuerdo que olvida la realidad».
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