El animal más peligroso de Gabriel Antonio Pombo
Al abrir la boca buscando respirar tragó agua. Se fue hundiendo. El peso del ancla, encadenada en derredor a sus tobillos, lo impelía hacia el abismo oscuro. Cuando días más tarde el cadáver emergió estaba demasiado irreconocible. Otro suicida anónimo, se dijeron los pescadores del muelle. El segundo atrapado entre sus redes en aquella jornada. Dos enigmas más devueltos por el Támesis. |