La espada de los Volsungos de Desconocido
Desde su infortunada llegada al norte, la forja, a la que habia entregado gran parte de su vida, constituia su carcel y su magro pedazo de libertad, su condena y su redencion. Golpe a golpe, a lo largo de los años habia aprendido a domeñar el fuego y el metal [...] pero sobre todo, habia aprendido a moldear y templar su propio carácter y a imprimir direccion y sentido a su enorme energia y sus excepcionales facultades, forjandose de camino una paciencia y una determinación casi infinitas
|