La acusación de Bandi
Myeong-cheol quería llorar con toda su rabia, quería golpear el suelo y agitar sus puños contra el cielo. Pero en este país incluso llorar está considerado un acto de sedición y podía suponer una condena a muerte. La ley exige que la gente sonría pese a sus sufrimientos y cada uno debe tragarse solo su amargura.
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