El misterio de la Casa Roja de Alan Alexander Milne
¿Qué hay de Watson? ¿Tiene que haber un Watson? Sí. Muera el autor que deja el desenlace para el último capítulo y convierte todos los anteriores en mero prólogo para un drama de cinco minutos. Esa no es forma de escribir una novela. Tenemos que saber capítulo a capítulo lo que piensa el investigador. Para ello puede servirse de Watson o de un soliloquio; lo primero no es más que una versión dialogada del segundo y, por ello, más entretenido. Un Watson, entonces, pero no necesariamente estúpido. Un poco lento, de acuerdo, como lo somos tantos de nosotros, pero cordial, humano, agradable...
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