Descubrir

A avoa cimentaba que nunca tivera que aturar home ningún, que, malia a miseria, fixera o que lle petara e iso era o que máis quixera a avoa na vida

Éramos soñadores, poco prácticos, reservados, teníamos grandes teorías que nunca pusimos a prueba y, como todos los soñadores, estábamos dormidos en un mundo despierto.

Pero a veces las cosas tienen que romperse antes de que puedan volver a construirse, para así poder forjar algo más fuerte.

No puedo decirte que no te va a doler, porque te mentiría si hiciese eso, lo que sí puedo contarte es que saldremos adelante como siempre hemos hecho. Juntas.

Pueden pasar miles de cosas y ninguna vas a poder controlarla porque no depende de ti. Es más, incluso las cosas que dependen de ti puede que no las tengas bajo control porque hay mil factores que afectan a ello,

No vale la pena pensar en el mañana, es mejor vivir el hoy y disfrutar de lo que tenemos y de lo que sentimos. Tan sencillo como eso.

No somos eternos, nada en esta vida lo es. Nacemos con una fecha de caducidad estampada en nuestro pecho.

El amor es libre, es decir, nos enamoramos de las personas, no de lo que son. No nos enamoramos de una cara, de unas manos o de unos músculos. Nos enamoramos de lo que nos hacen sentir cuando estamos a su lado. De lo que somos cuando estamos juntos.

La vida solo está hecha para esas personas que están dispuestas a correr el riesgo de romperse por el camino.

—Bien. Y hoy demuestra quién eres, ¿vale?

¿Y quién soy?, pensó ella.

Como ninguno tenía cuaderno, arranqué una hoja de mi diario para apuntar:

Pensó que la vida tenía extrañas ironías. Entonces había sido aclamado como un héroe, cuando en realidad había desertado como un cobarde. En cambio ahora que iba a correr un riesgo incalculable para salvarlos a todos, todo el mundo lo recordaría como poco menos que un traidor.

Todas las criaturas nacen hermosas.

Es lo que proyectamos sobre ellas lo que las hace feas.

El amor no tiene nada que ver con lo que miramos y tiene todo que ver con el que mira.

Escapé del trueno y di en el relámpago.

-¿Cómo, y olisteis la longaniza y no el poste? ¡Oled! ¡Oled! -le dije yo.

No era yo señor de asirle una blanca todo el tiempo que con él viví, o, por mejor decir, morí.

No hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena.

Elizabeth no se había visto nunca en la situación de fingir que sus sentimientos eran lo que no eran en realidad. Pero ahora tuvo que reír cuando más bien habría querido llorar

Las insensateces, las tonterías, los caprichos y las inconsecuencias son las cosas que verdaderamente me divierten, lo confieso, y me río de ellas siempre que puedo