Pienso en todo a lo que me he obligado a renunciar. En los gatos que no me permito adoptar. En el esfuerzo desgarrador que conlleva enmendar un corazón roto.
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Pienso en todo a lo que me he obligado a renunciar. En los gatos que no me permito adoptar. En el esfuerzo desgarrador que conlleva enmendar un corazón roto.
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La soledad es algo palpable. Moldea nuestra alma, pero también nuestro cuerpo.
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—Me encantaría ser la encarnación del arquetipo cultural de la loca de los gatos. Pero no es buena idea. —¿Por qué? —[...] No podría soportarlo. —¿El qué? —Cuando muriesen. Levi me mira con curiosidad. —Viven la tira de años. A veces décadas. Y entre el principio y el final pasan muchas cosas. —Pero el final acaba llegando. De forma inevitable. Todas las relaciones entre seres vivos terminan en algún momento, de algún modo. Así son las cosas. Una de las partes muere o se larga, atraída por otras necesidades biológicas. Las emociones son transitorias por naturaleza. Son estados temporales provocados por cambios neurofisiológicos que no están hechos para durar para siempre. El sistema nervioso debe recuperar sus propiedades homeostáticas. Todas las relaciones asociadas con acontecimientos afectivos tienen fecha de caducidad. |
Es un sentimiento que aún no está del todo desarrollado; se trata de un primer borrador.
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Si hay algo que los hombres odien más que una mujer inteligente, es una mujer inteligente que toma las riendas de su vida sexual.
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—¿Sabes cuál es esa condición que tienes? Se llama… —(...) —... apego evitativo. Eres patológicamente independiente y no dejas que los demás se acerquen a ti por miedo a que se acaben marchando. Has levantado una barrera a tu alrededor, la Beerrera, y te aterra cualquier cosa que se parezca mínimamente a un vínculo emocional… |
—Si mañana ves a Annie y a Tim y te pasa… lo mismo que hoy, cógeme la mano, ¿vale? Debería preguntarle de qué serviría eso. Debería señalarle que su mano no es una inyección mágica de benzodiazepinas de efecto inmediato. Pero creo que tal vez esté en lo cierto. Creo que me ayudará. |
—(...) y yo no pienso adoptar ningún gato. —¿Por qué? —Porque, según los últimos datos estadísticos, se morirá en un lapso de trece a diecisiete años y mi corazón quedará hecho de trece a diecisiete añicos. |
Quieres estar con alguien que no te deje marchar. Y ese soy yo. Pasé años aferrándome a ti y ni siquiera estábamos juntos. Pero tienes que darme la oportunidad.
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Llega un día en el que conoces a alguien que se vuelve tan importante para ti, tan revolucionario, que diez, veinte o sesenta y cinco años después echas la vista atrás y caes en la cuenta de que podrías dividir en dos tu existencia. Antes de que esa persona apareciera (a.P.) y después (d.P.).
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