La muerte es todo eso que crece nuestro interior, todo eso que he terminado por reventar, que abandonar sus circuitos naturales e invade todo lo que necesite respirar.
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La muerte es todo eso que crece nuestro interior, todo eso que he terminado por reventar, que abandonar sus circuitos naturales e invade todo lo que necesite respirar.
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Por qué sería creyente si no enseñaban más que miedo y vergüenza, si te venían con toda esa mierda sobre las madres sagradas y las putas, si tenían miedo de las vaginas. Porque ahí está la clave de todo en realidad.
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Aunque, por otro lado, es sorprendente el fervor con el que adoramos cosas que no existen, como la raza, el dinero, Dios o, sencillamente, nuestros padres.
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Frente al miedo nos convertimos en animales, doctor Seligman, se nos niega el consuelo de un lenguaje común; nos quedamos aislados, sin otra cosa que nuestros instintos para ampararnos.
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Creo de verdad, doctor Seligman, que no soy mala por naturaleza, que solo me he vuelto mala por mis circunstancias, por la imposibilidad de trascender tu realidad física mentalmente, de follarte solo a la fe.
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Se me puede responsabilizar de eso, doctor Seligman; no somos el destino de nadie.
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¿Cuál es la profesión del narrador que encuentra el Principito en el desierto?