Hay historias que solo adquieren sentido cuando se cuentan hacia atrás, hay vidas que logran entenderse cuando los puntos se unen. Para conocer el presente (y tal vez el futuro) el pasado se convierte en el mapa para alcanzar el preciado tesoro, ¿cuál? Es algo que no sabría decir, para cada uno de nosotros es distinto y la búsqueda es individual, pero el camino está ahí, solo falta ser un poquito más valiente para atreverse a escudriñarlo y aquí, en este libro, hay un valiente, Jacobo Celnik, un hombre que fue en la búsqueda de ese tesoro, de esa historia y al final encontró la vida misma. Este no es un libro convencional, no es una novela, no es una crónica, no es un cuento y mucho menos un libro de poemas, pero cada instante, cada momento, cada palabra, cada silencio, están estructurados a la manera de un relato donde él se va descubriendo así mismo y a la par nos permite encontrar con él las respuestas a las preguntas ¿de dónde vengo? ¿Quiénes son los míos, los nuestros? ¿cuál es la historia que viaja por mi sangre y que está impresa en mi ADN? ¿Quién soy? Con un lenguaje ameno y un buen uso del recurso llamado tiempo, con una narración guiada por la música a manera de una sinfonía, con una mezcla de significados y con el precioso matiz que trae la tradición y la cultura que acompaña al pueblo judío, Jacobo Celnik, nos enseña la historia y nos guía para entender que la maldad existe y tiene forma humana, que el mal tiene una capacidad destructora cuya onda expansiva tiene efecto en generaciones sucedáneas y que el camino para detenerlo es el recuerdo de los que los padecieron y la memoria de los que lo escuchamos y que asumimos la responsabilidad de no permitir que algo así vuelva a pasar, de impedir que los hombres dejen de ser seres humanos, otra vez. Es un libro que es una hogar, Jacobo Celnik y su familia nos abren las puertas y nos permiten entrar y sentarnos en su mesa, por eso debemos despojarnos de nuestros prejuicios, entrar con respeto y abrir cada uno de nuestros sentidos, para ser parte de esa cena, de ese compartir al que fuimos invitados. Gracias, Jacobo Celnik, por la guía, la compañía, por permitirme estar y conocer tu vida. Gracias + Leer más |