A mi me vais a perdonar los fans de Allende (entre los cuales me incluyo) pero esta Violeta tiene un fallo argumental garrafal. de principiante. Imperdonable para una autora de este nivel. ¿ Cómo va a escribir semejante carta nuestra protagonista si apenas le queda aliento, ni fuerzas para respirar? ¿ Acaso ahora la morfina tiene el efecto de perversa lucidez para que la moribunda recuerde toda su vida al detalle? Isabel: ¿ Qué me estás contando? ¡Si hasta Coelho se descojona por no llorar! Será cosa de alquimias perecederas. ¿Y los editores? ¿No están para decirle mira cielo, por ahí no? 100 años de historia narrados desde la tibieza, sin dar la cara ni poner los nombres sobre la mesa. Comprimidos en una larga epístola que como soporte no tiene ni pies ni cabeza. Y como colofón la autora, erre que erre, tropieza refiriéndose al destinatario de la carta en segunda o tercera persona según le venga la divina inspiración. Es cierto que la novela desde el comienzo engancha por la belleza de su prosa. Una orgía del lenguaje y su precisa utilización para que los sentidos gocen, como con muy pocos escritores se puede hacer. Confieso que me enamoró. Pero a mitad de libro, empieza el eclipse, salgo de la embriagadora hermosura de su palabra para buscar el horizonte y me desvinculo del propósito. El castillo se me viene abajo porque los cimientos fueron construidos con papel de fumar. En realidad, la vehiculización no afecta a la trama, a la agitada vida de Violeta llena de luces y sombras. Precisamente por ello, no veo la necesidad de narrarla como una carta a su nieto, que seamos sinceros, nadie en sus condiciones sería capaz de escribir. Un libro es un conjunto global, y si un recurso literario no encaja, es mejor no forzarlo y buscar alternativas más plausibles, y una autora como Isabel Allende en esto...no puede fallar. Sé que Chile llenará como lo hizo en su día la Inglaterra de Shakespeare, los aeropuertos con mi foto y un "Persona non grata" Sea. Pero eso no cambiará el hecho de que Allende desaprovechó una buena historia por una postal de 400 páginas. PD. Alabar el libro hubiera sido lo más fácil pero mi adn tiene a cascarrabicus malpulguis como gen dominante. + Leer más |
“Jorge Ramos […] es una persona íntegra y de esas hay muy pocas en este mundo. A leer estas páginas de su memoria me entero de algunos secretos, me entretengo, me conmuevo y me reencuentro con el amigo de siempre, con el periodista que me pone al día sobre el acontecer y me recuerda los valores morales que suelen perderse en el ruido de la existencia cotidiana.” Isabel Allende
¿Sabías que Jorge Ramos estuvo a punto de ser atleta olímpico, o concertista de guitarra clásica? ¿O que su primer trabajo en Estados Unidos fue de mesero, ganando 15 dólares al día?
Así veo las cosas reúne los textos más personales y literarios escritos por Jorge Ramos a lo largo de cuatro décadas: desde sus primeros artículos en México sobre desastres naturales o sobre la guerra en Centroamérica, hasta sus reflexiones semanales sobre cuestiones como la familia, la tecnología, el oficio de periodista, el lado humano de sus viajes como reportero, sus queridas mascotas, o incluso temas tan personales como su nariz…
Esta íntima selección de columnas está ligada en el tiempo por tres “puentes” inéditos, que ofrecen al lector una visión sin tapujos de la historia personal de Jorge Ramos, en donde se presenta como nunca antes lo hemos visto, mostrando su lado más vulnerable: como papá, hijo, migrante, y hasta como el guardián de su adorada gatita, Lola.
“A mis 66 años, este libro es una especie de legado. Cuenta mi historia a través de las columnas más simbólicas y representativas que he escrito. Aquí te cuento de mi familia: de mis hijos, de mis mejores amigos y de la Jechu (así le decimos a mi mamá); de lo que he aprendido como periodista: las coberturas noticiosas que me han dejado cicatrices, del resentimiento ante los que abusan de su poder; del trauma y las oportunidades de ser inmigrante; de mis guerras (internas y externas), del miedo a morir; de mis grandes pérdidas y hasta mis más mayores alegrías. Aquí hay muchas cosas que nunca te conté.”