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Editorial Dalya

Editorial Dalya es una editorial española independiente dedicada a la edición y publicación de obras literarias. Fue fundada por Francisco Mesa Varela el 23 de abril de 2013, con motivo de la efeméride del Día Internacional del Libro, en San Fernando.​

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Sandroom
 11 May 2024
El cuentista que decia la verdad de Mauricio Cano Gil
El cuentista que decía la verdad, de Mauricio Gil Cano, es un libro atemporal-de vigencia absoluta en cualquier momento- e indispensable para conocer al escritor español Francisco Burgos Lecea. Un escritor de amplio espectro -cuentista, dramaturgo, poeta-, aunque desconocido para la mayoría, pero que forma parte de la historia literaria española, si se quiere conocerla en profundidad, en especial la que, en la efervescencia libertaria de la II República española, impregnó teatros, publicaciones y libros de aquellos años antes de la dictadura franquista.



En el libro, que el autor define curiosamente como novela-ensayo, Gil Cano ofrece una biografía detallada de Francisco Burgos Lecea que resumo:



Nació en 1898 en Jerez de la Frontera y se trasladó posteriormente a Madrid, donde trabajaría como funcionario municipal. Durante los años que marcaron la llegada de la Segunda República y la Guerra Civil, en la que sólo fue tardíamente movilizado, Burgos Lecea ejercerá como colaborador de diversas publicaciones e incluso llegó a dirigir su propia revista, Frente Literario, aparecida en 1934. Antes, había estrenado dos obras de teatro, bajo los títulos de La heroína del amor sublime y La rosa inmarchitable. Fundó además el movimiento vanguardista denominado “verticismo”.



Como escritor de relatos publicó títulos inolvidables como como Xaicxi, delantero (1928), Los caballitos del diablo (1933) y El cuaderno emborronado: libro de aguafuertes (1933). Libros que pueden encontrarse aún en venta con el calificativo de “raros”, como rara y singularmente brillante ha sido el empeño de Mauricio Gil Cano de poner en valor a este singular autor.



En la portada del libro se ofrece la única imagen conocida de Burgos Lecea, tomada de un recorte de periódico, revisada y coloreada para “endulzar” la cara. La descripción de Manuel Escalera, que lo conoce en la cárcel, en su libro Muerte después de reyes: Cielo en la cárcel es fiel reflejo de esa fotografía, tétrica y negativa: «Más bien alto y enjuto, daba una sensación de negrura que no provenía del cutis -blanco-, sino de los cabellos espesos, endrinos; de las cejas gruesas, casi unidad; de la barba cerrada, de ordinario un poco crecida, de los ojos tétricos y la voz hueca. Era esa sensación de negror que da cierto tipo muy español, como el de Quevedo. Lecea usaba además gafas de aro negro, quevedescas».



Sin embargo, repasando las memorias de otros sobre Burgos Lecea, Gil Cano se hace eco del contraste entre el aspecto físico y la personalidad del autor. Por ejemplo, continúa Manuel Escalera en el libro citado: «Pero por dentro era un niño».



Todos los que le conocieron resaltan la bonhomía de Francisco Burgos Lecea. Durante la Guerra Civil, utilizó su influencia para proteger a personas de derechas, entre ellas, el escritor Ricardo León, a quien salva de morir fusilado en 1936. Sin embargo, tras la guerra civil Burgos Lecea es encarcelado por su afiliación comunista y su participación en la defensa incondicional de la República. Burgos Lecea creía en la capacidad de acción de la literatura y su idealismo le llevó al comunismo y a la denuncia social, donde late una candorosa bondad: «Abajo la canallada, abajo la injusticia; que se apoderen de todos los poderes los individuos puros, los individuos íntegros, los individuos buenos». Bonhomía, candidez y utopía son inseparables en él, incluso en la cárcel. En el “Poema de la amistad”, escrito en la cárcel y dedicado a Andrés Martínez de León declara:



Lo que angustia a unos seres que se comprenden,

que son buenos para los buenos,

que odian a la Mentira,

que aman a la Humanidad,

que adoran al Trabajo,

que están enamorados de la sencillez,...

Lo que angustia a unos seres que se aman

es que sean embestidos por el toro cárdeno de la enemistad.



¡El toro cárdeno de la enemistad!

Aspiro a torearlo,

a banderillearlo;

haré ambicioso todos los quites

[...]

Ya está el toro cárdeno de la enemistad

en la arena de mi imaginación

perfumada por nardos andaluces.



Saldría en libertad condicional en diciembre de 1950, para morir tres meses después. «Cuando, después de muchos años, salió en libertad y se halló ante el espectáculo de su hogar y las dificultades de ganarse la vida bajo un régimen que le era hostil, se lanzó de cabeza por la ventana de su casa, un quinto piso», asegura Manuel Escalera.



Coincido con la opinión de Rasero Balón ("Francisco Burgos Lecea: un brillante narrador en el olvido", artículo en CaoCultura de José Rasero Balón, 10 Marzo, 2017) que la curiosidad, la pasión y el rigor de Mauricio Gil Cano en la escritura de este libro nos ha proporcionado una joya de lectura recomendada.

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Sandroom
 16 January 2024
Fenia de Marco Antonio Marcos Fernández
La novela es un deslumbrante, trepidante y crudo relato sobre la mafia rusa en España. Asume de inicio que la mafia rusa está implantada en la península ibérica; más bien en una zona concreta de ella, Levante – Sur, por mor de los pactos territoriales entre las diferentes mafias procedentes del este europeo. Precisamente, la novela se inicia con un incidente por el que Boris Afanásievitch Kozlov, „El Matemático de la Mafia“ sospecha que el pacto tácito de no agresión entre las familias mafiosas y del respeto de los respectivos territorios ha saltado por los aires. Boris Kozlov es consejero, o soviétnik, de Iván Davídovitch Gninenko, conocido como “Iván el Terrible,” quien dirige con sagacidad y mano férrea las actividades fuera de la ley de la mafia rusa denominada “Los Escorpiones de Tambov”.

Kozlov propone a su jefe una estrategia para reconducir la situación y la defensa de los intereses de los “Escorpiones de Tambov” en España, que les lleva a colaborar por un lado con el gobierno español en su lucha contra ETA y por otro a buscar un acuerdo, que termina imponiéndose por la fuerza, con el alcalde de la rica ciudad de Marbella, buscando asentarse en la península con un casino de proporciones desconocidas hasta ese momento.

En la superficie, la novela es un despliegue bien articulado de cómo Boris Kozlov conduce la situación; que se resuelve con los costes materiales y personales correspondientes, entre ellos la pérdida de su hermano, en favor de “Los Escorpiones de Tambov”. En apariencia, es una novela de acción y violencia, llena de incidentes contados con un ritmo trepidante que mantienen vivo y despierto el interés del lector. En su capa externa, la novela refleja con todo lujo de detalles el modus vivendi de muchos ricos, poco escrupulosos con el origen del dinero y muy inclinados a la exhibición de su poder económico mediante la adquisición y compra de los objetos más lujosos, por extraños y caros que uno pueda imaginar. La narración deslumbra por la puesta en escena y la resolución de las secuencias que componen la trama de la novela, que se engarza en el hilo conductor del imperturbable soviétnik, Boris Kozlov. El escritor, a través de un narrador omnisciente, maneja las claves de su historia y modifica las rutas del relato para impresionar al lector.

La narración de los medios que utiliza Boris Kozlov para la defensa de los intereses de „Los Escorpiones de Tambov“ y su lucha contra su eterno enemigo, la mafia chechena „Puño de Acero“ es el objetivo principal de la novela; pero a través de ella, también nos propone el escritor una reflexión sobre la corrupción política y la lucha contra el terrorismo. En la profundidad subyace el eterno dilema de elegir entre Bien y Mal, en la que los mafiosos parecen representantes únicos de la opción maligna. Marcos Fernández plantea con crudeza las acciones de violencia de la mafia, con recreación tan viva de los hechos que roza el sadismo en algunos pasajes. Es uno de los puntos fuertes de Marcos Fernández en su Fenia: el detallismo en la descripción de las escenas y la acumulación de detalles que impresionen al lector, incluso de las actividades y objetos de lujo, pintados con puntillismo informativo excelente. Fobias, temores y toda clase de emociones surgen en cada capítulo de la novela; las más de las veces, situando sicológicamente al lector al lado de las víctimas de las acciones crueles y desproporcionadas de los mafiosos y delincuentes, sean de un tipo o de otro.

También, la lectura alimenta en el lector una simpatía comprensiva hacia el protagonista central de la obra, Boris Kozlov, a quien describe sin sentimientos, pero del que se vislumbra una grieta afectiva que le impide reaccionar contra el engaño de su mujer, Katerina,mantenido en secreto por ella, pero conocido por él e informado puntualmente por sus agentes. En esa misma línea de excitar emociones contrapuestas, el lector apreciará a Katerina por su reacción despechada a la falta de atención de su marido, quien la ignora a pesar de su aún impresionante belleza, pero modulará su simpatía cuando Katerina inicia el camino de autodestrucción con el sacrificio de su perfil de esposa fiel y sumisa.

Además, la FENIA de Marcos Fernández impulsa en el lector la comprensión indulgente de algunas maldades de los mafiosos en línea con el principio maquiavélico: „el fin justifica los medios“. ¿Es lícito cometer un delito si se obtiene un beneficio de mayor orden?

Las intrahistorias de FENIA se entretejen con hilos procedentes de ese enfoque maquiavélico; intrahistorias que resultan perfectamente creíbles y que se compadecen con hechos de algunos de nuestros gobernantes y políticos, que se ven reflejados en esta novela como en un espejo. Similares conflictos morales que debieron surgir en su momento, o más bien, las justificaciones para determinadas acciones que pertenecen a la historia reciente de España, son mimetizados por ministros, jueces y alcaldes que desfilan en la novela, que son claramente identificables por el lector, aunque queden a trasmano del tiempo.

La única pega del libro es el constante uso de frases en ruso (traducidas) que entorpecen un poco la lectura.
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Sandroom
 01 June 2023
Palabras para el frío de Dolors Alberola Beltrán
Ganadora de muchos premios importantes y con una extensa producción poética, Dolors Alberola, sin duda, es poeta de referencia en España, como certifican quienes la conocen o han leído su obra. Ningún poeta -ninguno, repito- la supera, aunque su nombre permanezca oculto para el gran público. Como nunca le ha interesado nada más que la escritura, se han desentendido de ella quienes catalogan, ensalzan y otorgan laureles, muchas veces por encima de los méritos reales. Porque Dolors Alberola se muestra siempre tal como es, poeta de la esencia y de íntegra humanidad, que acepta y se sobrepone a las renuncias, dolorosas, que siempre ha tenido que hacer por mantener sus ideales.

Aunque es cierto que en la producción de todo artista se entreveran magníficos trabajos con obras de gran calidad, pero no excelsas, Dolors ha sembrado una producción de altos vuelos y numerosos must read. de su extensa obra -cuarenta y tantos libros publicados hasta el momento- selecciono como imprescindibles: “Cementerio de nadas” (premio Carmen Conde), “Máquina” (premio César Simón), “Dasein” (premio Leonor), “Del lugar de las piedras” (premio Alonso Ercilla), “Pulso a Lacan” y el que reseño ahora: “Palabras para el frío”.



Aconsejo saltar el prólogo en la primera lectura del poemario, leer luego el prólogo y releer el poemario. En las sucesivas lecturas, captaréis matices nuevos del torrente de versos e ideas dispuestos en los poemas.

«El lector puede aproximarse a “Palabras para el frío” como quien contempla un río de poemas derramarse en cataratas de versos que despliegan su singular hermosura», aconseja el prólogo. Sólo por el primer poema, que da título al libro, merece la pena tenerlo en la biblioteca personal. Un poema que nos presenta a Dolors como poeta «honda, emocionante, cuyo verso palpita y nos asombra». Todo el poema es un prodigio creativo, del que a modo de ejemplo extracto unos versos: (Yo espero en cada obra, con esa lasitud / que da el amor / cuando el amor es sombra que se asoma a los ojos / y deja ahí su arena y nos escuece. / Yo soy el escozor de mi pluma maldita, / la tiniebla que empaña y me abre las manos / y me las clava a ti, sangrantes hacia ti, / disminuidas, muertas y con pavor de flores que te crecen, / porque tú eres el canto de esas horas en que el campo no es tierra sino polvo, / polvo que va clavando su inmateria y deshaciendo el mundo, / polvo que va siguiendo esa velocidad de los caballos / que huyen de tu huida, / polvo que va dejando en el dolor tu nombre /).



La escritora valenciana organiza siempre sus poemarios en torno a un tema central, con varios leitmotivs que los engrandecen. El crítico literario Pedro García Cueto, por ejemplo, destaca varios de ellos en “Palabras para el frío”: por un lado, el diálogo entre la muerte y la vida; por otro, el tiempo o distancia que se vive entre dos nadas. En definitiva, dos enfoques centrales de la literatura universal, al que hay que añadir el del amor, también presente en este poemario.

A mi criterio, Dolors Alberola hebra también el hilo conductor de la existencia al otro lado de la muerte; o el intento de desdibujar las fronteras entre las dos formas de sustanciarse la vida, antes o después de ella. Como reseña el editor en el prólogo del libro. «Palabras para el frío es un intento de entendimiento con la muertevida, o vidamuerte, como prefieran. El poemario —un continuum donde en ambas formas se manifiesta el aliento inmanente del mundo (material y espiritual) que conocemos como si de una solución cuántica de nuestra existencia se tratara— encadena implicaciones temáticas que machihembran vida con muerte como no-partes inseparables e indistinguibles. Son dos caras de la misma moneda que se revelan según caiga en suerte».





Conectado íntimamente con la experiencia existencial surge la visión del tempus fugit; por un lado, la visión clásica (/ Contempla cómo pasa por la ventana el tiempo /) que se opone a su particular visión en que la vida terrenal es un lapso sin tiempo de la existencia entre dos nadas (/ Caen las horas como la lluvia cae en un día sin lluvia /). La visión de ese tiempo existencial se sustancia en el poema “1 de noviembre”, con motivo de una visita al cementerio (/ El tiempo, entre lo gris, les daba tiempo, / daba pie, tanto tiempo, / al eterno deshilarse de toda la memoria. /).

De manera sutil, también toca este motivo en la primera parte del libro, El juego de ser hombre, a través de la consciencia de lo vivido como la memoria de lo transido (/ El mar estaba ahí / y estaba allí la vida desnuda en los veranos. / También estaba el mundo y sus palabras / de agosto siempre abierto. Todo era a la luz. / Era el tiempo una larga sucesión del espacio /).

En la segunda parte, Cifra nocturna, Dolors Alberola repiensa su condición de poeta -(A este respecto, quizá su poemario más personal “El árbol de la sed” es el paradigma de sus reflexiones sobre el acto poético.)-. En “Palabras para el frío” se ramifican esporádicamente las reflexiones sobre la inspiración (/ Un cuchillo es el verso y se clava en las manos, … un verduguillo / que te muestra lo eterno y te condena a muerte/), la palabra como signo y vida, la actitud del poeta ante el mundo (/ Años llevo también de no entender al mundo/) y la soledad en que se habita ( / El hombre es siempre solo. / Sola es su soledad, su muerte es sola, / su nacimiento, solo, es solamente un humo. / Yo fumo de ese humo. / ), y sobre su propia existencia (/Yo me hice del frío, del frío fui arrojada / a esta tierra de muerte donde viven los vivos./).



Finalmente, la breve tercera parte, Sobre el vacío, funciona como reexposición de los leitmotivs anteriores (/ Un mundo de carbón nos atraviesa / pues somos letanías de la nada /).



Añado, por su importancia, el enfoque filosófico que el editor extrae en preguntas reelaboradas a partir de versos sueltos: «¿Tiene color el silencio? ¿La soledad es azul y gris la memoria, como afirma la poeta? ¿De qué color es la vida/ muerte? ¿Se combate la soledad con soledades? ¿Puede ser el tiempo una larga sucesión del espacio? ¿Cómo matar la muerte?».

En definitiva, “Palabras para el frío” es un impresionante poemario que deja un poso de tristeza -ojo, tristeza; no pesimismo- y un disfrute continuo de esa manera muy de Dolors Alberola -maestra en el uso de recursos y potentísima en su imaginería- de dar luz a nuestra ceguera presente a través de su poesía. Un poemario que leo y releo desde que editorial Dalya lo publicó en 2019.




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