Dulce tentación de Cora Reilly
Cassio era un hombre adulto, un hombre tremendamente imponente y poderoso. Yo apenas había terminado el instituto. ¿De qué se suponía que íbamos a hablar? Me encantaba el arte moderno, dibujar y hacer pilates. Dudaba que aquello le interesara a un hombre como él. Probablemente, la tortura y el blanqueo de dinero fueran sus pasatiempos favoritos; también, tal vez, tirarse a alguna puta de vez en cuando. La angustia se aferró a mis entrañas. En menos de cuatro meses, tendría que acostarme con ese hombre, con ese desconocido. Con un hombre que tal vez había conducido a su esposa a la muerte. |