Matar a la reina de Angy Skay
El resto de nuestras prendas desaparecieron antes de lo previsto, dando paso al contacto de nuestros cuerpos desnudos en aquella carretera perdida de la mano de Dios, sin nadie que pudiera juzgarnos, sin nadie que nos señalase con el dedo indicando que éramos los villanos.
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