Las vulnerabilidades

Una novela que me ha gustado mucho ya que es una historia que trata de una relación dependiente y que nos hace cuestionarnos todo lo que conlleva abrir las puertas a la intimidad de forma altruista y entregada, aún sin conocer realmente a la persona a la que queremos ayudar.

¡Cuántas preguntas nos hacemos! ¡Cómo nos identificamos con lo que se nos cuenta!

En realidad, como ha dicho la propia autora, la historia está inspirada en una experiencia personal de su propia vida. Así es como la narradora ha decidido crear un lazo conectivo al llamar a la protagonista Elvira, que es el nombre propio de la autora, y en principio, puede parecernos una idea, una suerte de juego, una iniciativa creativa simplemente, pero, finalmente me aventuro a pensar como lectora, que se trata de la propia Elvira Sastre.

Y es que la vulnerabilidad, flaqueza o inseguridad realmente, está presente también en nuestros actos y en nuestra vida.

Y de aquí un título apropiado y acertadísimo para tratar estos sucesos intimistas en la que Elvira, que es la narradora, así como el propio nombre de la autora, ofrece su ayuda a Sara, el otro personaje protagonista, tratando siempre y en todo momento de escucharla, atenderla y brindarle su inestimable ayuda.

A partir de aquí, la novela y el suspense psicológico que se establece, no nos permite abandonar la historia hasta un final sobrecogedor e inesperado, absolutamente impactante.

Una novela en la que la autora nos muestra un durísimo pero también muy bien tratado análisis social, en el que la violencia de género y las obsesiones e incluso la locura son las claves por las que nos moveremos.

Entre el amplio abanico de las patologías psicológicas la autora recoge fundamentalmente una que las rodea inevitablemente a todas ellas, el miedo , el miedo como aglutinante, que no sólo nos acompaña en el presente sino que proyecta sobre el futuro el más terrible de los pronósticos, ya que aumenta la ansiedad, el insomnio y desde luego, en muchas de las ocasiones, la depresión.

El futuro, pues, se cierne sobre quienes se sienten afectados con la imagen de un pozo, de una sima, de un acantilado de paredes resbaladizas por las cuales es imposible trepar para alcanzar la salida, esta percepción tan catastrofista es el nudo del bucle constante que arruina e inutiliza tantas y tantas vidas.

Conocido es el clamor de la psiquiatría y la psicología aduciendo y señalando que una posibilidad de salida sería volver los ojos al pasado, al núcleo, a la raíz que ha conseguido hacernos tan sumamente vulnerables.

Y animan así , además, a conectar con el otro, a hablarle de lo que nos está ocurriendo, decir y contar nuestra historia y salir del anonimato ante quienes nos quieren y van a podernos ayudar.

La comunicación real y afectiva con el otro, es imprescindible para iniciar el camino de la salida. El ostracismo, el silencio, no hará sino desarrollar y ennegrecer el bucle de la obsesión.

Un gran acierto de esta novela es la facilidad con la que se consigue hacer traslados claros y eficaces de un tipo de sentimentalidad idónea y suficiente, al dirigirse al lector, y hacer que este sienta una identificación íntima, capaz de abrir una ranura suficiente como para que podamos identificarnos con facilidad con muchas de las cuestiones que vienen expresadas en esta obra.

las personas que se esfuerzan tanto para ayudar a los otros, también necesitan descansar, resultándoles imprescindible un mínimo reconocimiento de lo que significa ser cuidador o cuidadora.
La palabra no significa en absoluto que esta persona, este ser humano, disponga de una fortaleza sin límites, se trata , eso sí, de una persona con una resiliencia que sería encomiable si esta, poco a poco no la fuera destruyendo por falta de suficiente y necesario reconocimiento, así como del insuperable esfuerzo que lleva a cabo día tras día.

Y es que como ha dicho la autora expresamente hablando de sus Vulnerabilidades, “Cuidar es un ejercicio que puede resultar muy agotador”.

Una gran lectura.

Dos personajes forman la base de esta historia. Elvira narra una vulnerabilidad y Sara narra una reconstrucción que acaba atrapándolas a las dos en una partida de dominó en la que el movimiento de cada ficha es la mano que acorta el espacio entre ellas.

 El núcleo de la historia es el maltrato, la violencia de género y el camino que pasan estas dos mujeres para sobrevivir y volver a unir cada una de sus piezas. Hay “gritos que se dan en silencio”.

Un tema subyace a todo el entramado, quien hay detrás de un perfil en una red social.

En un primer momento, parece que cada una de ellas tiene la pieza que encaja en el puzzle de la otra. van reconstruyendo (sé) la vida, aunque esta las maneja a su antojo, las manipula, las absorbe … 

_ ¿la vida? 

_ ¿Las circunstancias?

El sentimiento que produce el poder ayudar se contrapone con la necesidad de ser ayudado. 

 Dos historias paralelas, dos caminos transitados desde la valentía y la vulnerabilidad, caminos de doble dirección que permiten tu propia reconstrucción mientras reconstruyes a alguien. Pero, ¿ser vulnerable te permite ser valiente? ¿O simplemente la vulnerabilidad te permite ser sincero contigo mismo para afrontar el miedo que está instalado cómodamente junto a ti? Sinceramente, es una gran exposición emocional. Te deja expuesto al exterior. Abres la coraza a lo que venga. Y si bien ser vulnerable, te conecta con los demás desde tu propia verdad. Cualquier tormenta ajena puede anidar en tu piel, rasgándola sin previo aviso. Ser vulnerable es sinónimo de estar vivo. Y Elvira lo sabe. 

No da esperando recibir algo a cambio porque sabe que en el acto de dar encuentra un nuevo mundo llamado ella misma. 

He llorado esta historia en la que la prosa poética de @Elvirasastre te atrapa dentro de esa fragilidad y he tenido que parar varias veces para coger aire y volver a la atmósfera opresiva que en ocasiones rodeaba la lectura. Esa sensación de gritar, pero nadie te escucha. 

Nos enfrentamos a una obra intimista, social y algo psicológica con personajes femeninos muy intensos. 

He subrayado grandes reflexiones, pero el giro, a pocas páginas del final, te pone un nudo en la garganta que te enfrenta a una realidad. Ayudar a los demás no debería ser desoírte a ti misma. Las respuestas aparecerán cuando te inmiscuyas sin preguntar en la oscuridad. 

«El dolor sirve de lugar de unión entre personas que no se conocen». 

Puede salir bien o no. 

"Una historia inspirada en un episodio real vivido por la autora" es una de las frases que encontramos en la contraportada de este libro y que me animó a adentrarme en esta lectura.

Conocemos a Elvira, la narradora de la historia y quién recibe un mensaje a través de una red social de una joven llamada Sara que afirma haber sido víctima de abuso por parte de su expareja. A sus diecisiete años se encuentra completamente perdida y no es capaz de sobreponerse a lo que por desgracia le ha tocado vivir.

Elvira será su apoyo, su fuente inagotable y la persona que le brindará su apoyo y su cariño sin condiciones.

Es el primer libro que leo de la autora y no sera el último, su manera de escribir me ha encantado.
Consejos, reflexiones que rodean los temas principales, el abuso y el maltrato tanto físico como psicológico... Las consecuencias que acompañan tristemente a las víctimas que lo sufren son heridas que no todo el mundo puede curar y que no tienen un tiempo predeterminado para ser superadas.

La relación que desarrollan entre ellas me ha gustado pero reconozco que por parte de Sara algunas veces me ha resultado repetitiva. Pero todo tiene un por qué.

El giro final me ha dejado sin palabras, no lo he visto venir y me ha sorprendido muchísimo.

Como decía, una lectura dura pero necesaria que sin duda os recomiendo.

Historia dura pero escrita de una forma sensible, que atrapa , cercana, una obra íntima que tiene parte de su vida , una novela pero con tintes de ensayo.
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Una historia de la que no quiero contar más de lo que viene en la sinopsis , pero una historia de esas que deberían ser obligatorias en los institutos. Una historia por desgracia real que da miedo.
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Hubo partes que se me hicieron más lentas, quizá por uno de los personajes, pero el final fue totalmente inesperado , un final que te enfada pero un buen final.
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Una historia que deja un mensaje claro y es hasta donde estamos dispuestos a ayudar a los demás y no abandonar nuestras propias emociones, que al fin y al cabo es lo primero, y no por ello es ser egoísta.

Elvira (la protagonista de esta historia se llama como su autora) recibe un mensaje de Sara a través de una red social: tiene 17 años y dice haber sufrido abusos sexuales. Ese será el punto de inicio de una relación de ayuda muy complicada, que va a alargarse en el tiempo hasta límites que la propia Elvira nunca hubiera imaginado.
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Elvira Sastre ha vuelto a dejarme sin aliento. al igual que en la premiada Días sin ti nos regala una historia que, tras las primeras líneas, te atrapa sin remedio. El tema que trata es duro, no solo por el relato de Sara sino por la propia dependencia que se crea en Elvira: su personalidad la lleva a ayudar aún a costa de sí misma, de su vida y su día a día. Los problemas y la angustia de la menor, su situacion familiar, la falta de apoyo del entorno los vuelca en Elvira y esta siempre responde a su llamada de auxilio, siempre está presente, siempre acompaña.

Al tiempo que se describe la situación que atraviesa Sara, la forma en que poco a poco trata de superar lo vivido apoyada en quienes la rodean (su hermana y la propia Elvira) pero también de profesionales (su psicóloga y su abogada), se nos invita a la reflexión. A analizar las demandas que socialmente se hacen a la mujer maltratada, incluso a la mujer muerta (asesinada por la violencia de género), poniendo en sus manos una responsabilidad que no es suya: ¿por qué no se rebela, por qué no lucha, por qué no denuncia, por qué no huye? "...hasta la culpa de estar muertas es suya".

Y el final, que intuía en otra dirección, es muy sorprendente. Suspense psicológico en estado puro.
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