Scarlet de Marissa Meyer
—¿Y qué otra cosa iba a hacer? —repuso, riendo con amargura—. No sé hacer nada más, lo único que se me da bien. Hasta ayer, ni siquiera sabía qué era un tomate. Scarlet reprimió una sonrisa. La frustración de Lobo casi le parecía entrañable. —Pues ahora lo sabes —dijo—. Con un poco de suerte, puede que mañana descubras el brécol. Y la semana que viene podrías haber aprendido a distinguir una calabaza de un calabacín. Lobo le lanzó una mirada asesina. —Lo digo en serio. No eres un caballo viejo que no pueda aprender trotes nuevos. Puedes llegar a ser bueno en otra cosa que no sea pelear. Ya encontraremos algo. Lobo se pasó una mano por el pelo, alborotándolo incluso más de lo habitual. |