Mirafiori de Manuel Jabois
A esas alturas, lo único que podía hacer era contemplar la belleza estática del mundo que empezaba a moverse despacio, poco a poco, para rodearme; la belleza del azar, de las preguntas sin respuesta; la belleza del mundo del medio, donde todo lo que es posible que ocurra, por mínima que sea la probabilidad, ocurre.
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