Los hijos de las tinieblas de José Antonio Cotrina
¿Qué clase de héroe soy, Héctor? ¿Puedes decírmelo? – Un héroe de verdad. De los que importan. De los que tiene miedo, de los que cometen errores y así y todo siguen adelante.
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Los hijos de las tinieblas de José Antonio Cotrina
¿Qué clase de héroe soy, Héctor? ¿Puedes decírmelo? – Un héroe de verdad. De los que importan. De los que tiene miedo, de los que cometen errores y así y todo siguen adelante.
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La canción secreta del mundo de José Antonio Cotrina
—Marc, Marc, Marc… —Lo repetía como un mantra, como una plegaria. Aquel nombre en sus labios la salvaba de la inenarrable angustia de ser ella—. Marc, Marc, Marc… —Tuvo la estúpida ocurrencia de que si dejaba de pronunciarlo, él moriría. Que la única manera que tenía de mantenerlo con vida era afianzarlo entre sus cuerdas vocales, darle forma con su lengua y anunciarlo a la creación entera, convertir su nombre en verbo para conjugar su existencia y expulsar el horror intolerable de un mundo que no lo contuviera—. Marc, Marc, Marc… —Proclamarlo a gritos, a mordiscos, clavarlo en el aire, grabarlo en los pulmones, en las corrientes de su sexo, en los sacrosantos cimientos de la realidad—: ¡Marc! —gritó.
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La canción secreta del mundo de José Antonio Cotrina
«Esto es lo que somos», dijo la otra Ariadna. «Muerte y venganza. Asesinato y estrago. Para eso nos crearon. Dispara y estaremos más cerca de volver a casa». Sintió un acceso de vértigo, una sacudida tremenda, como si alguien, de pronto, le hubiera retirado el suelo bajo los pies. Bajó la pistola y retrocedió veloz, deseosa de alejarse cuanto antes de la tentación de arrebatarle la vida a ese miserable. Sentía una tristeza desgarradora y, por primera vez, la sentía por sí misma, no por todos los que había perdido. |
La deriva de José Antonio Cotrina
El fin del mundo fue de un verde intenso, majestuoso, como si la realidad entera se transformara en esmeralda. Daniel lo vio llegar desde la ventana del salón abrazado a Sherlock, su gato. Pensó en lo hermoso que era solo un instante antes de que la explosión le tirara la fachada encima. Luego, cuando se despertó, llegaron las medusas, el polvo, los incendios, los remolinos de lluvia… y los fantasmas
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Fractal: Una novela corta de ciencia ficción de José Antonio Cotrina
Román Castillo había perdido la cuenta de todos los mundos que había visto sucumbir a lo largo de los nueve años que llevaba trabajando como controlador. Estaba más que acostumbrado a los apocalipsis. A lo que no estaba acostumbrado, por melodramático que sonara, era a que le rompieran el corazón.
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El día del dragón de José Antonio Cotrina
La cara de Carol tenía tan pocos amigos que si celebarar una fiesta de cumpleaños no aparecería nadie
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El día del dragón de José Antonio Cotrina
—Que alguien me pellizque, por favor —se oyó decir a Carol—. Estoy soñando. Esto tiene que ser un sueño. —¡Ay! —exclamó Fran cuando Kang Dae le propinó un fuerte pellizco en el brazo—. ¡Lo ha dicho ella, no yo! —Tú estabas más cerca —dijo su amigo |
El día del dragón de José Antonio Cotrina
-Nosotras, nobles ratas, hemos dedicado los mejores meses de nuestra vida a Flamígero Flambeau. Y él, como pago, ¡nos ha condenado al ostracismo! -¿Al qué? -¡Al ostracismo! -¿Y eso qué es? ¿Ostras en mal estado? ¡Ostracismo! ¡Ostracismo para todos! |
El día del dragón de José Antonio Cotrina
Ojalá encontráramos una bruja de arena. Al menos así no tendríamos hambre. -No preguntes... -¿Una bruja de arena? ¿Qué quieres decir? -Arena en inglés es sand, y bruja es witch...¡una sand-witch! ¡Un sandwich! ¿Lo pillas? -Te lo advertí. |
El día del dragón de José Antonio Cotrina
¡Una hoja de Nombrerarusenlatinus! ¡Son plantas propias de Brasil, no de aquí! ¡Es la primera hoja que veo de esta especie! ¿Y esto no es una hoja de Otronombrefalsus?
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¿En qué país se desarrolla la obra?