Todo esto te daré de Dolores Redondo
Leer fue la fortaleza en la que defenderse mientras se batía una guerra perdida contra el instinto exultante de su sexualidad. Leer era una defensa, un escudo con el que armar de recursos su timidez para relacionarse. Pero escribir era infinitamente más que eso. Escribir era el palacio interior, los sitios secretos, los lugares más bellos formando parte de un conjunto de ilimitadas estancias que el recorría, riendo, corriendo descalzo, deteniéndose a acariciar la belleza de los tesoros que allí albergaba.
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