El mapa de los anhelos de Alice Kellen
Cuando conoces a alguien, existe un instante concreto en el que sostienes la puerta entreabierta y tienes que elegir si quieres cerrarla o abrirla. Yo estoy acostumbrada a dar portazos. Les dejo ver algo por una pequeña rendija, pero luego siempre termino girando la llave que descansa en la cerradura antes de que puedan distinguir las entrañas más allá de la piel. Nunca he tenido la sensación de que alguien «lo sepa todo de mí», no he sentido esa complicidad con ningún otro ser humano (…)
|