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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
11 November 2021
Desde hace unos meses no paro de ver en redes publicaciones sobre Trotalibros, una editorial nueva y con un catalogo de lo más variado y escogido que me llama bastante la atención, para que mentir. Pero si hubo uno de sus trabajos que supe, si que si, que tenia que leer en cuanto vi que lo iban a publicar fue este “Vera” de Elizabeth von Arnim. Con eso de que inspiro uno de mis libros preferidos, “Rebecca”, ya me tenía totalmente ganada y bien predispuesta.

Voy a intentar no comparar mucho las dos novelas en esta reseña. Es cierto que se ven puntos en común entre ambas, aunque no supieras la relación entre ambas es obvia la influencia de la obra de von Arnim en la de du Maurier en ciertos aspectos, y si te has leído uno no puedes evitar relacionarlo con la otra obra de forma automática. Sin embargo no puedo evitar señalar que hay una cosa que me ha llamado especialmente la atención sobre ambas novelas : en mi opinión, aunque fue escrita en 1921, casi 20 años antes que “Rebecca” , “Vera” es sorprendentemente más moderna. Si hay algo que siempre he reconocido en una de mis novelas preferidas es que “Rebeca” sería una obra impublicable hoy en día, incluso impensable de escribir. En cambio “Vera”es una novela que me ha sorprendido por su rabiosa actualidad, lo que cuenta es algo que desgraciadamente sigue sucediendo hoy en día, y la manera en que todo es representado y en que todo sucede en sus páginas me ha chocado particularmente, porque es algo que no ha cambiado hoy por hoy y que resulta perfectamente reconocible para el lector moderno. Es algo que no te gusta leer, porque sabes que es realidad en estado puro. Me ha chocado mucho la audacia de la autora al tratar un tema tabú para su época, y que lo haga de una forma tan directa. Aquí no se romantiza o se justifican el amor tóxico o ciertos actos contra la mujer como si sucedía en la obra de du Maurier. Todo es representado con un oscuro, frío y aséptico realismo en el que no caben las concesiones, que te lleva hasta una tupida red de araña que va gestándose poco a poco a lo largo de la novela hasta acabar enredando completamente a la protagonista en su final.

Pero es mejor que vayamos por partes, poco a poco. La obra empieza en una villa de verano en Cornualles justo cuando nuestra protagonista, Lucy Entwhistle, acaba de perder a su adorado padre, el centro de su existencia. Aún está intentando asumir el golpe cuando, ese mismo día, conoce a Everad Wemyss, quien hace apenas unas semanas acaba de quedarse viudo en trágicas circunstancias. Su difunta esposa era la Vera que da título a la novela, cuya muerte está envuelta en dudas y misterios que junto a su figura seguirán flotando entre los protagonistas durante toda la obra. Wemyss, aprovechando la vulnerabilidad de Lucy, se autoproclama en su protector y apoyo. Logrará enamorarla locamente y no tardará en que consienta en casarse con él. La historia se centrará en el cortejo y compromiso entre ambos, su posterior matrimonio y sus primeros días de casados, con su luna de miel en Francia y su llegada a la casa de recreo del marido, The Willows.

Es una obra muy amena de leer, por su prosa sencilla y efectiva (no me ha resultado especialmente pulida, pero tampoco es horrible, ni mucho menos), sus diálogos ágiles y llenos de vida y su articulación en capítulos relativamente cortos. Reconozco que a lo largo de la lectura ha habido momentos en que me ha costado mucho seguir con ella. No por lo que se narra, que es muy duro y muchas veces muy difícil de digerir, sino porque he notado que muchos momentos la autora volvía a temas en los que ya había incidido anteriormente, y que todo lo que pasaba no hacía avanzar la trama. Ha habido ciertos momentos en los que me sentía como un impasse con esta obra, y notaba que no fluía correctamente. Esa es la gran queja que me deja esta lectura.

Pero es que ese es el kid de la cuestión con “Vera”. No es una novela de giros sorprendentes y de acontecimientos que resuenen. Todo empieza como un paseo campestre tranquilo y relajado que va acelerándose poco a poco hasta que todo termina por dejarte con la sensación de que te has precipitado en un acantilado muy alto y profundo. Es una novela de lo pequeño y de como puede acabar por ser nocivo, de la oscuridad que se puede esconder en lo cotidiano. Cotidiano, esa es la palabra. Porque “Vera” es un drama domestico, oscuro y realista en el que su protagonista acabara arrastrada y anulada por un marido psicológicamente maltratador y obsesionado por controlarlo todo, incluida su esposa.

Hay dos aspectos que me parecen increíblemente bien trazados por von Arnim y que demuestran su habilidad como narradora.

En primer lugar su gran habilidad para crear una atmósfera que poco a poco, pasito a pasito a medida que va avanzando la lectura se vuelve más y más opresora, cuando atrapa totalmente a Lucy y hace sufrir absolutamente al lector al no ser capaz de ver la salida para su protagonista porque esta tampoco es capaz de verla. Para ello cada aspecto o elemento que aparece en la novela, y cada acto, frase y pensamiento de sus protagonistas se envuelve de un significado que puede no ser aparente a primera vista, pero que no por ello está menos cargado de fuerza y de intensidad, teniendo un peso fundamental para la obra y para dotarla de un propósito. Incluso los silencios son parte fundamental de la misma: los pensamientos que Lucy intenta controlar pero se le escapan inevitablemente como arena entre los dedos. La forma manipuladora y llena de aristas con la que Everad calla para mostrar su descontento y lograr angustiar a su esposa. La manera en que la tía Entwhistle se contiene para tratar de llevarse bien con el esposo de su adorada sobrina. Las cosas que no se dicen pero que sin palabras quedan nítidamente claras para el lector y los personajes, tan crueles que duelen como puñales. Los rumores que envuelven a Vera y su muerte, y su recuerdo, siempre presente. Lo que se sobrentiende que fue su vida conyugal. Lo premonitorio que resulta su figura y desenlace respecto a Lucy. “Vera” es una novela en la que hay ecos, que no tienen sonido nítido, pero replican hasta multiplicarse en mil y un chillidos de angustia que no acaba de concretarse. Lo intangible acaba convirtiéndose en una opresión espesa que atrapa y destroza.

Y es que los personajes son el segundo aspecto que me gustaría destacar. Hay tres grandes protagonistas en toda la obra, Lucy, Everad y la tía de la primera. El resto de secundarios, con algún caso excepcional, son pálidas sombras que apenas aportan nada a la trama, pueden ser perfectamente obviables para la misma. Los tres están perfectamente trazados, incluso tienen su propio tono a la hora de narrar (ya que la novela se cuenta desde su punto de vista, pasando libremente de uno a otro). von Arnim sorprende por su habilidad para ponerse en la piel de cualquiera de ellos, de trasmitir con detalle y realismo lo que sienten y piensan en cada momento. Es increíble como va mostrándonos la vulnerabilidad de Lucy, sus miedos y su necesidad de afecto y compañía,como al encontrarse con Everad se enamora apasionadamente y cree que ha encontrado un alma gemela que la comprende y la cuida. Como se deja arrastrar por su juego manipulador. Es increíble también, y terrible, la forma en que se va adentrando la autora poco a poco en la mente de un maltratador psicológico (y como se insinúa al final de la novela, también posiblemente físico) y en su necesidad de controlar y manipular todo a su alrededor, de ser quien tenga en todo momento la batuta y el control de todas las personas y de todos los elementos a su alrededor, y de lo retorcido y sádico que puede llegar a ser. Y descorazonador como se pone en la piel de la tía Entwhistle, un personaje más inteligente, observador y complejo de lo que parece a simple vista, que ve sin querer creer en que está derivando todo y trata de capear el temporal por el bien de Lucy, y no dejarse llevar por la rabia y la desolación que la produce su matrimonio. Una rabia y desolación que el lector no puede dejar de compartir en ningún momento.

Y para acabar solo puedo decir que he cerrado “Vera” con una sensación de angustia e impotencia increíbles. Ha sido al finiquitarla cuando todo lo que he leído a lo largo de sus más de 300 páginas ha calado total y completamente en mí, cuando he sido consciente de la magnitud del drama que había terminado. Un drama que solo acaba de empezar para Lucy, que ya la envuelto totalmente y que pronostica para ella un final amargo y triste. Exactamente el mismo que su predecesora, la Vera que la horroriza e hipnotiza a partes iguales, porque ella sabe, en el fondo, que ambas son un todo. Que aunque nunca han coincidido en el tiempo y el espacio están destinadas a un mismo destino marcado por un mal hombre, que están unidas por un lazo invisible de toxicidad y dolor. El matrimonio no es el final del cuento, no da estabilidad y felicidad sino todo lo contrario, es una burla negra de lo que se supone que representa. En este caso es el inicio de un tormento duradero y la crónica de una muerte anunciada. Es un final que te deja con miedo y angustia sin necesidad de sangre o violencia física , que impacta totalmente al lector y le deja desconsolado.
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