Diario del coronavirus

Me apetecía mucho leer un libro sobre la etapa del confinamiento de 2020. Todos sabíamos que acabarían surgiendo obras en esta línea y quizá hasta pensamos en escribir uno. Creo que, aunque pueda parecer una moda pasajera o un intento de subirse al carro de un tema que vende, debe haber testimonios para el futuro. Y con esa presunción de partida, por ver si sentía algún reflejo de lo que la mayoría vivimos esos días, me dispuse a abordar su lectura.

Lo primero que quiero comentar es la portada. Bonita foto de una calle desierta, uno de los recuerdos más claros y duros de esos días. Daba sensación de realidad dentro de la irrealidad, de que toda esa pesadilla iba en serio, de que, como bien dice el protagonista -escritor para más señas-, en este caso no necesitábamos a acudir a la ficción sino que estábamos de golpe inmersos en una distopía real.

El libro se estructura en forma de diario, como indica su título, de manera que cada capítulo corresponde a un día, entre mediados de marzo hasta principios de mayo del fatídico 2020. Por tanto, parece escrito por el autor al ritmo de los acontecimientos. Pero ya desde el principio comprobamos que no se trata de un diario al uso. Es cierto que un confinamiento no da para mucho a la hora de relatar hechos, más allá de los consabidos aplausos desde los balcones y las noticias sobre cifras de contagiados, aunque sí hay mucho que relatar acerca de las emociones que provoca el encierro. No es que falten en este libro pinceladas sobre el miedo, la incertidumbre, el insomnio, la preocupación, etc. Pero el armazón de la novela va por otros derroteros.

Yo resumiría el libro con este titular: delirios de pandemia. La sucesión de hechos resulta tan esperpéntica que, aunque podamos sospechar de una base real, obviamente no puede ser autobiográfico. Cuando me di cuenta de que la pandemia era un elemento más dentro de esta especie de alocada versión humorística de aquellos días, supe que no era un libro al que pudiera recurrir en el futuro para recordar lo que vivimos. El posible hándicap del autor por competir con nuestros recuerdos colectivos no es tal en esta ficción que roza de lejos el confinamiento real. Pues de hecho los personajes se saltan las restricciones con bastante facilidad.

El protagonista se presenta como un solitario empedernido que escribe en casa, por lo que no nota gran variación en su rutina diaria. No sé si lo de levantarse a las 5.30 para escribir es otro chiste más, pues en los días en que la mayoría salíamos una vez por semana a por provisiones, prolongar el día de esa manera es como multiplicar una condena por tres. de todos modos, por muy recluido que vivas, no es lo mismo no salir por elección propia que ante una amenaza semejante a nivel mundial. Pero nuestro protagonista, más allá de escuchar noticias en la radio, vive más preocupado por sus particulares andanzas, que parecen multiplicarse en momentos de supuesto distanciamiento social. Su madre lo visita a diario, varias mujeres se disputan sus favores y su psiquiatra lo persigue sin respiro.

Ni siquiera por tratarse de colectivos de riesgo especial -su madre por edad y él por tener secuelas de una grave enfermedad- acatan a rajatabla el estado de alarma. Y aunque todo forma parte de la intención caricaturesca de la novela, no deja de chocarme y de molestarme incluso a ratos. Está claro que si absolutamente todo el mundo tuviera la empatía necesaria para evitar situaciones de contagio, este virus habría desaparecido o se habría debilitado hace muchos meses ya. Y aunque el narrador dice algo así en algún momento, no es que predique precisamente con el ejemplo.

Desde el punto de vista gramatical, el estilo es impecable a pesar de una única errata que ahora mismo no recuerdo. El estilo es a veces poético y en otras ocasiones más coloquial. Destaco las múltiples metáforas de la muerte, por ejemplo: la muerte es como una bailarina que obliga a todos a danzar en fila. Los personajes están bien perfilados en general, destacando la figura del tipo del traje negro que parece una metáfora personificada del propio virus, y el psiquiatra. Este, junto a la madre del protagonista, proporcionan los principales momentos cómicos de la novela.

La rutina del solitario protagonista, jalonada por libros y películas (seguro que nos suena ese plan de confinamiento), los cuales se convierten en el consuelo de viajeros inmóviles como bien dice, se rompe cuando aparecen los demás personajes, y cuando él no puede, no quiere o no sabe, poner distancia. Como historia de un confinamiento voluntario que se complica a pesar de las intenciones del solitario personaje, me hubiese chirriado menos. El problema de este libro quizá sea más bien "mi problema", pues me resulta difícil abordar un problema tan reciente y grave desde el frívolo enfoque de esta novela. La literatura como escape de la realidad está muy bien, y entiendo que añadir más drama a una situación que vives en directo puede resultar deprimente, pero con ese título esperaba cosas como echar de menos la antigua normalidad en forma de flashbacks o redecorar la casa de arriba a abajo.

Resulta difícil rellenar 300 páginas sobre confinamiento y confieso que se me hizo pesado de leer, en ese sentido sí que tristemente me recordó a lo largo que se puede hacer un día en la cuarentena. Dejando a un lado si el enfoque es el "correcto" o si gustará a todos los lectores, el libro se centra en los desvaríos del protagonista, que insiste en que todo es real, como si recibir mensajes de una paloma mensajera fuera lo más normal del mundo. Si a eso añadimos que estaba previamente en tratamiento psiquiátrico, no sabemos en qué terreno nos movemos. Visto así, sus delirios y alucinaciones entran dentro de su normalidad si el narrador ya era proclive a esa clase de comportamientos, y si están provocados o acentuados por el confinamiento queda en segundo plano.

El libro consigue sacarnos alguna sonrisa y tiene momentos divertidos, pero sin el oportuno empuje de tener ese título, tendríamos las aventuras de un anti-héroe en cualquier otra época. Quizá así habría logrado yo empatizar más con esta rocambolesca historia.
Enlace: https://memoriasdevirtual.bl..

Nos encontramos con un narrador en primera persona, desde el punto de vista de Juanjo, nuestro protagonista, quien nos contará sus vivencias a modo de diario.
Aparecen varios personajes, pero el principal es Juanjo, un hombre de cuarenta años que vive solo, nuestro protagonista es el que nos presentará al resto de personajes, como su madre, quien le visita pese a las restricciones, su psiquiatra que parece estar obsesionado con él, también conoceremos a David, antiguo compañero de colegio, que parece no estar muy centrado en la vida.
La trama transcurre en 2020, durante la pandemia, es por ello que la historia está narrada en forma de diario y tiene toques humorísticos. Hay alguna subtrama que aparece en la historia, como podría ser la amistad, o enemistad, tras muchos años de relación.
Los capítulos son breves, no muy pesados y con una escritura muy poética, lo que lo hace muy melódico, además de entretenido.


Cuando el autor me contactó para leer su libro pensé que sería algo más alocado y fantasioso, pese a estar situado en la pandemia que estamos viviendo, pero tampoco ha sido lo que yo esperaba. Me explico.
Estamos frente a una historia de Juanjo, un hombre solitario que se dedica a escribir día a día lo que le sucede o lo que ve tras la ventana de su casa, así pues algunos días tendremos noticias sobre una paloma que le llega con mensajes anillados a la pata y en casi todos los capítulos nos contará también sobre unos emails que está recibiendo muy extraños.
Podríamos pensar que Juanjo es un personaje inventado creado por el autor, o también podríamos verlo como el otro yo, o álterego, del propio autor, puesto que tiene toques humorísticos muy expresivos.
La novela en sí no está mal, es para personas que les guste este tipo de narrativa, para mí ha sido un poco más costosa de leer, puesto que estoy acostumbrada a la fantasía, pero no obstante ha habido momentos en los que me he entretenido mucho pensando quién podría ser el que le envía la paloma con esos mensajes tan extraños.
Si te gusta la narrativa contemporánea con toques bromistas, una prosa muy cuidada con toques poéticos y con misterios que se van descubriendo a través de las páginas, esta sin duda es tu novela.

Gracias al programa de Masa Crítica he tenido la oportunidad de leer este libro, al que tenía muchas ganas y estaba convencida de que me iba a gustar bastante. Sin embargo, no ha sido para nada así.
En la primera página me sorprendió el lenguaje tan poético que su autor utiliza, y aunque se me hacía un poco pesado, pensaba que un par de metáforas de vez en cuando lejos de entorpecer la lectura le darían cierto color. Pero llega un punto en que el autor está más pendiente de usar palabras bonitas y metáforas rimbombantes que de desarrollar la trama y elaborar buenos giros. Además, que constantemente se use ese lenguaje poético y un tanto rococó no ha hecho más que ralentizar mi ritmo de lectura y hacer que capítulos de 5 páginas parezcan de 20.
Otra de las cosas que me llamaron la atención desde el principio es la de frentes y tramas que abre a la vez. Que si los correos, que si la paloma mensajera, que si el chico de la calle, que si su madre... Sin embargo, pasamos de mucha acción en las primeras 20 páginas a que nada pase en las próximas 70 o que se resuelva todo de forma muy precipitada.
Al final acabe sin interés alguno en cómo acabarían todas esas historias y el final, que me tendría que por sus características me tendría que haber emocionado, no lo hizo porque desconecté con el protagonista y la historia.
Para lo que sí me ha servido ha sido para recordar la cronología de aquellos meses de cuarentena en 2020 en que España se paralizó y volver a sentir aquella inquietud, nervios y miedo que nos asolaban.

El autor escribe con tono poético en clave de humor. A veces se confunde la realidad con un sueño, pues discurren situaciones surrealistas y estrambóticas. Ese tipo de narrativa con pocos diálogos ralentiza la lectura, pero en su favor diré que describe la pandemia de tal forma que suaviza un escenario tan terrible como en el que aún estamos inmersos.
Añade misterio a la historia que debería enganchar pero el ritmo es cambiante y no termina de generar intriga. Hay partes muy lentas o que no ocurre nada de interés y en otras transcurren muchas situaciones.
Al ser un diario, los capítulos son cortos de 3 o 4 páginas, cuestión que es de agradecer.
Como dato curioso y muy positivo, diré que el autor nos facilita una selección de peliculones(en el buen sentido), así como una lista de buenas recomendaciones literarias a través de la afición a la lectura del protagonista.
Quizás no era el momento de leerlo pues acabo muy cansada mentalmente a diario y me requería concentración o quizás la sinopsis generaba grandes expectativas.
Leedlo y juzgad cada uno.

"Diario del Coronavirus" está escrito por Juanjo Ávila García. Quiero dar las gracias a @embajadoresdelibros y a la editorial por darme la oportunidad de leerlo.

Tengo varias cosas que decir, así que voy a empezar: Lo primero de todo es que el autor escribe con un tono poético y no es complicado de comprender; es un tono suave y delicado y con algunos toques de humor. Es como si todo fuera un sueño, como si se tratara de algo surrealista (algo que seguramente todxs hemos pensado durante esta pandemia), cuando es una realidad que además continúa en la actualidad. Además, lo cotidiano también lo describe de una manera tan elegante que hasta la peor situación hace que parezca menos "terrible".

También nos añade un poco de misterio a la historia que la hace más interesante y que te anima a seguir leyéndola para averiguar cuál es ese misterio.

Otro punto positivo es que es al ser un diario va por días y cada día tiene 2-3 páginas por lo que los capítulos no se hacen muy largos. Y algo que también me ha gustado bastante ha sido que el autor hace muchas referencias a la muerte con metáforas en todos o casi todos los capítulos.

❌ Sin embargo, también hay aspectos que me han gustado menos, y es que al estar escrito en este tono poético hay momentos en los que se puede hacer un poco pesado y sobre todo porque hay cosas que las explica de una forma muy detallada y en mi opinión, innecesaria. Además, la historia se podría haber hecho más amena porque creo que había datos que eran algo irrelevantes.

En general es un libro que no está nada mal para comprender más la situación y verla desde el punto de vista de otra persona.
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