El jardinero fiel

La novela comienza con el asesinato en el norte de Kenia de Tessa Quayle una activista que trabaja en labores humanitarias y que es esposa de un diplomático británico destinado en la embajada de Nairobi. Cuando la investigación oficial del asesinato termina, Justin, el marido de Tessa y aficionado a la jardinería, emprende su propia investigación para descubrir a los asesinos y sus motivos. En el camino encuentra terror, violencia, conspiraciones y sobretodo información, que le llevan a descubrir que, detrás del asesinato de Tessa están los intereses económicos de grandes multinacionales.
 
El libro está narrado en dos tiempos, el actual, con el asesinato y sus consecuencias, y éste se va mezclando con los recuerdos que distintos personajes tienen de Tessa y, así permite al lector conocerla un poco mejor. Además de conocer la historia de amor de un hombre de despacho que encarna al perfecto diplomático y una mujer luchadora con unos férreos ideales.
 
Destacar que detrás de la novela hay una grandísima crítica social, sobre los conflictos africanos y los más que probables intereses económicos creados y de los que no interesa en absoluto que terminen. En algunos momentos te descubrirás pensando cuánto hay de ficción y cuánto de realidad. La novela es del año 2001, pero me da que en 20 años pocas cosas han cambiado en lo que a África se refiere.
 
Decir que este libro me ha gustado mucho y me ha sorprendido por dos cosas:
 
Por un lado, lo buen escritor que es John le Carré, me ha gustado muchísimo su forma de escribir, y la cuestión es que no me debería sorprender puesto que es uno de los escritores más leídos.
 
Y por otro, que el autor no solo escribe novelas de espías de la guerra fría si no que he descubierto que también trata otros temas con gran crítica social detrás de ellos, en este caso, sobre las multinacionales, concretamente, las farmacéuticas.

Os animo a leer al autor.

Lo interesante que me parece la temática de la novela y la intriga por la que me vi envuelto los primeros capítulos, no se vio abastecida en el transcurso de los hechos. Demasiada y muy densa información, entre la que el relleno prima, acompañada por largos capítulos que no me instaron a leer más de dos al día. A pesar de todo, cabe destacar que la estructuración en ésta novela se hace presente, y los acontecimientos siguen su debido orden de manera tan correcta, que le aportan a la susodicha verosimilitud.

El protagonista, Justin Quayle, es lo que considero que mejor elaborado está. Curioso pero prudente. Inocente pero despiadado. Realista pero inconformista. Chapó para Le Carré que ha sido capaz de elaborar un muy buen protagonista, a pesar de que no pueda decir lo mismo de los demás personajes. Algunos eran constantes y cumplían con su parte en la novela, pero otros por el contrario, aparecían en tres párrafos al inicio de la novela y al final adquirían un gran peso en la conclusión de la misma.

El final me parece, al igual que el protagonista, de lo mejor de la novela. Es rotundo y firme, a mi parecer inesperado pero comprensible.
Siempre está bien experimentar, por lo que no considero que ésta haya sido una mala lectura, pero sí que puedo afirmar que no soy afín hacia el estilo de escritura de John le Carré y que si ésta novela no me ha enganchado, dudo que otra de él lo haga. Aunque bueno, quizá en un futuro me anime a leer otra de sus novelas y mi perspectiva cambie, quién sabe.

Esta novela es un panfleto por la causa africana y contra los beneficios exhorbitantes de la firmas farmacéuticas.

No me gustó mucho la lectura porque hay flash backs incesantes que me perturbaban la lectura. Pero aprecié el humor irónico del autor hacia los sujetos británicos del Foreign Office con un comportamiento de sátrapas desocupados y fuertemente alcoholizados.

La historia acaece en Nairobi y denuncia el tráfico de medicamentos orquestado por los lobbys farmacéuticos, dispuestos a todo con tal de hacer un máximo de beneficios aunque sea a cuestas de vidas humanas.

Esta novela me recordó una novela de Henning Mankell que trata del mismo tema "El cerebro de Kennedy" y también una novela del británico William Boyd "Tormentas cotidianas".
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