No debe un corazón generoso desmentir sus pensamientos; quiere mostrar también su interior. O todo es bueno, o al menos todo es humano.
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No debe un corazón generoso desmentir sus pensamientos; quiere mostrar también su interior. O todo es bueno, o al menos todo es humano.
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Critico toda violencia en la educación de un alma tierna a la que se forma para el honor y la libertad. Hay algo servil en el rigor y la coacción; y sostengo que no se puede conseguir mediante la razón, la prudencia y la habilidad, jamás se conseguirá por la fuerza.
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Epicuro dispensa al sabio de la previsión e inquietud por el porvenir.
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En la escuela del trato de los hombres he notado con frecuencia el vicio de que en lugar de adquirir conocimiento de los demás, solemos tender a darlo nuestro y nos inquieta más vender nuestra mercancía que comprar otra nueva. Pero el silencio y la modestia son cualidades muy ventajosas en la conversación. Se acostumbra al niño a ser ahorrativo y administrador de su capacidad cuando la haya adquirido y a no enojarse con las necedades y fábulas que en su presencia se digan, porque es importuno e incivil chocar con todo lo que no es de nuestro acuerdo. Instrúyasele en rendir las armas a la verdad en cuanto la reconozca, ya venga de manos de su adversario, ya nazca en él mismo pensando las cosas mejor. |
La verdad y la razón son comunes a todos, y no pertenecen más a quien las ha dicho primero que a quien las dice después.
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Pero, en verdad, solo alcanzo a entender que la dificultad mayor y más importante de la ciencia humana parece estar allí donde se trata de la crianza y formación de los hijos.
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Y, pretendiendo hablar indistintamente de todo aquello que se ofrece a mi fantasía, y sin emplear más que mis medios propios y naturales, me sucede a menudo que encuentro por azar en los buenos autores esos mismos asuntos que he intentado tratar, como acaba de ocurrirme en Plutarco ahora mismo con su discurso sobre la fuerza de la imaginación. Entonces, al reconocerme en comparación con ellos tan débil y miserable, tan torpe y adormilado, me compadezco a mí mismo o me desprecio. Pese a todo, me complace que mis opiniones tengan el honor de coincidir a menudo con las suyas; y que al menos los siga de lejos asintiendo.
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Nuestra religión está hecha para extirpar los vicios; mas los encubre, alimenta e incita.
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No me escandalizan tanto los salvajes por asar y comer los cuerpos de los difuntos, como aquellos que atormentan y persiguen a los vivos.
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Quiero que en él me vean con mis maneras sencillas, naturales y ordinarias, sin disimulo ni artificio: pues píntome a mí mismo.
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¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?