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Existe un concepto en la cultura japonesa, el wabi sabi, que hace referencia a lo sencillo, lo imperfecto, como belleza. Este concepto lleva implícito otro, budista, que habla de lo transitorio, del cambio, de lo efímero. Nada dura eternamente. Desde esta premisa tendría sentido encontrar la belleza en algo roto, monstruoso, deforme, incluso sucio... Es inimaginable, pues, buscar la perfección, siquiera en el arte, porque no existe. Pero si el pintor Frenhofer, el protagonista, busca la perfección en su obra es porque siente que puede llegar a rozarla delicadamente como una suave pluma, como en esos momentos en los que todos nos sentimos algo más vivos, más felices, mejores. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así y ha dicho eso de "si la perfección existe..."? ¿No es ese el objetivo? Esta espléndida novela corta de Balzac, presenta a un pintor genial (¿o tal vez un loco excéntrico?) sugestionado por la idea de buscar la perfección en su obra, y como los demás le siguen, le imitan, en esa carrera absurda. Es una historia en busca de la perfección, de la belleza, de la perfección de la belleza, si es que se puede considerar la una sin la otra, y como ambas, o la ausencia de ellas más bien, sirven para calificar de obra maestra algo que ni siquiera se entiende. Sin duda da qué pensar. |
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