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ISBN : 8899637652
184 páginas
Editorial: Greenbooks Editore (07/06/2016)

Calificación promedio : 4.34/5 (sobre 76 calificaciones)
Resumen:
Éste es probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria. Muy variados son los acontecimientos que reúne bajo el título de ?Momentos estelares?: el ocaso del imperio de Oriente, en el que la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453 adquiere su signo más visible; el nacimiento de ?El Mesías? de Händel en 1741; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski momentos antes de ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (19) Ver más Añadir una crítica
Gww
 26 February 2024
Stefan Zweig nació en una Austria imperial cuyos días sonaban a su fin. Vivió su madurez intelectual en una Austria sometida a los vaivenes de la política centroeuropea de entreguerras, su crisis económica y sus heridas sin cicatrizar y de mal pronóstico. Finalmente murió en el Nuevo Mundo, en Brasil, sin poder librarse de los fantasmas de su pasado y convencido de que la victoria de la barbarie nazi era inevitable y destruiría toda la herencia cultural de la que había bebido y de la que, con el paso del tiempo pasaría a formar parte y aún representar.

En ese breve lapso de tiempo que representa su vida, sesenta y dos años, entre 1880 y 1942, vivió infinidad de cambios que marcarían su visión de la Historia. Una Historia aún caracterizada por fechas e individuos más que por acontecimientos globales. Una Historia de pequeños episodios que parecían marcar por sí mismos el rumbo de los siglos venideros. Y de esta visión nacen los Momentos estelares de la humanidad.

Estas miniaturas históricas –como las denomina el subtítulo de esta obra- reflejan catorce momentos diversos en los que el genio de una época se condensa (según palabras de Stefan Zweig en el prólogo) en un concreto momento y se encarnan en una persona concreta. Pero pese a los esfuerzos de documentación y reconstrucción histórica verídica, la selección dice más del propio Zweig y su visión del mundo, que de los acontecimientos que describe.

Como buen escritor, Zweig tiene un agudo olfato para los grandes dramas históricos. La muerte de Cicerón, perdidas las esperanzas de un resurgir de la República, la caída de Bizancio por la puerta de atrás en unos trágicos segundos o los dramáticos instantes en los que la batalla de Waterloo pudo haber tenido un diferente desenlace son ejemplos de cómo Zweig, testigo de la decadencia de su tiempo, torna su mirada a épocas con las que encuentra alguna similitud para admirar la grandeza de los que fueron arrollados por los cambios.

Pero las grandes batallas o la caída de un Imperio no son el único objeto de atención de Zweig ya que, como brillante artista, otras miniaturas se centran en momentos históricos tan singulares como la noche en que fue compuesta la Marsellesa o aquella otra en la que Haendel comenzó la composición de El Mesías, resucitando a la vida y a la Música.

Como no podía ser menos, la Literatura tiene su especial presencia en esta obra. La génesis de la Elegía de Marienbad de Goethe, la noche en la que tuvo lugar la falsa ejecución de Dostoievski o los últimos días de Tolstoi son encendidos homenajes a autores amados por Zweig. Yel esmero alcanza también a la forma de estos capítulos. Así, en el episodio sobre Dostoievski no recurre a su elaborada prosa sino que escribe un hermoso poema que conecta el drama del autor ruso con su vocación por los débiles y desamparados. Para el capítulo dedicado a Tolstoi se sirve de una obra teatral autobiográfica e inacabada del propio autor ruso para escribir las últimas escenas con las que culmina el drama de la muerte del “hermano pequeño de Dios”.

Los siglos XIX y XX son los siglos de la Ciencia y, por ello, tampoco ésta escapa de la atención de Zweig quien se fija en la impresionante hazaña de Cyrus W. Field culminando -tras varios fracasos- el tendido del cable telegráfico que conectó los Estados Unidos con Europa en 1858. En esta miniatura Zweig pone de manifiesto que, pese a su concepto de la Historia, deudor de otra época, su sensibilidad a los cambios que suponen un giro radical en la marcha de los tiempos es totalmente moderna: su descripción de las consecuencias que la revolución en las comunicaciones (representadas por el telégrafo) supone a todos los niveles podría aplicarse, palabra por palabra, a las infinitas posibilidades que Internet ha traído a nuestro siglo XXI.

Pocas pasiones hay más fuertes que el dinero. La desesperada búsqueda de la riqueza es una enfermedad propia de todos los tiempos y para la que aún no se ha desarrollado vacuna adecuada. El descubrimiento del Pacífico por parte de Núñez de Balboa tuvo su origen en la búsqueda del mítico Dorado y la fiebre del oro arrasó el reino de Nueva Helvecia y arruinó a J.A.Suter por dos veces, aunque favoreció la colonización de California y su conversión en mítica promesa de abundancia y felicidad aún viva en nuestros días.



Y ni siquiera la proximidad en el tiempo de ciertos hechos o su aversión ideológica nieblan su visión sobre la trascendencia de los mismos. El regreso de Lenin a Rusia desde su exilio suizo a través de territorio alemán o los fallidos intentos de Wilson por impulsar al fin de la Gran Guerra un acuerdo entre las naciones que pusiera fin a los conflictos militares son buena prueba de ello. El primer episodio ha marcado toda la historia del siglo XX y el segundo debería esperar al siguiente conflicto para ver germinar sus primeros frutos que aún hoy siguen pendientes de consolidación a través de la Justicia Internacional, las Naciones Unidas o la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Como el signo trágico de los tiempos que le tocó vivir, la selección de Zweig arroja un saldo favorable a los perdedores, a las derrotas (que para otros fueron victorias) y a los fracasos. Cicerón, Napoleón, Scott o Wilson son ejemplos que Zweig nos muestra para dar testimonio de que la grandeza no siempre se esconde bajo la gloria de los vencedores. La inmortalidad se reserva, según Zweig, para aquellos que saben guardar la coherencia entre sus pensamientos y sus actos, para aquellos que conservan la inquebrantable voluntad de luchar pese a saber que todo ha sido perdido.

En clarividente contraste, los momentos estelares más luminosos y gratificantes, aquellos que engrandecen a quienes los protagonizan, los que representan un triunfo del hombre sobre la muerte, aquellos en los que la belleza se impone a la mediocridad, en los que la obra humana puede redimir a los hombres son los referidos al Arte. Sólo en ellos (y en la Ciencia) parece reconciliarse Zweig con sus semejantes, sólo en ellos parece encontrar sosiego su debilitado espíritu.

Y es que, no perdamos la perspectiva, este libro vale más por cómo lo cuenta que por lo que cuenta. La engolada y en ocasiones afectada prosa de Zweig alcanza en estas miniaturas un virtuosismo desbordante, casi excesivo, del que logró preservar a sus mejores novelas. Ningún personaje es suficientemente noble y audaz, ningún actor de la historia logra evitar mirarse a sí mismo y ser consciente de la trascendencia de sus actos. Ningún hecho queda sin ser admirado por la Humanidad al completo conteniendo la respiración al unísono, … Un Zweig que resultará portentoso para quienes ya conozcan al autor pero que puede resultar abrumador para quienes sean cogidos desprevenidos.

La traducción de Berta Vías Mahou ha sabido preservar ese estilo tan propio de Zweig logrando en ocasiones provocar extrañeza en el lector actual por el uso de expresiones ya pasadas de moda y que hacen aún más verídica la lectura ya que creemos por momentos estar leyendo la versión alemana original y experimentar el mismo hormigueo que, con toda seguridad, siente un lector contemporáneo de habla alemana.

El suicidio frustró la vida de Zweig. Nos gustaría elucubrar sobre qué acontecimientos podría haber seleccionado de haber aguardado por un tiempo los embates de la guerra que se acercaba a su cambio de tornas con paso firme o de haber liberado parte de la enorme presión que él mismo se impuso.

No pocos hechos podrían haber sido dibujados con la maestría del autor austríaco ya que la trágica historia de los años siguientes a su muerte ofrece material suficiente para un volumen similar. Un grupo de jerarcas nazis, todos ellos con estudios superiores y amantes del arte y la cultura, deciden el exterminio sistemático de una raza, la misma a la que pertenecía el propio Zweig quien tanto se esforzó por vincularse a un mundo más amplio que el reducido horizonte judío. Pero también podría haber puesto voz a los muertos en Hiroshima, consecuencia de una única bomba que marcaría el signo de la segunda mitad del siglo XX. Otro momento singular que habría atraído enormemente su atención habrían sido los atentados del 11-S: unas pocas horas bastaron para dar un nuevo giro al curso de la Historia.

En estos años no todo ha sido destrucción y odio. Zweig también habría podido cantar las humanas hazañas de unos hombres dando un paseo lunar y siendo contemplados en directo por medio mundo. Otros hombres cruzando en libertad la Puerta de Brandemburgo habrían sido el perfecto cierre de un círculo iniciado a principios de siglo y la prueba de que la Revolución ya no necesita ser cruenta para triunfar.

Pero este libro quedó por escribir y todos sabemos que la Historia que hoy se vierte en la Literatura es más la que responde a mitos, cruzados y rosacruces que aquella otra que sirve para extraer sus verdaderas lecciones. Zweig nos enseñó a confirmar en la Historia nuestras propias convicciones, a buscar consuelo y refugio en ella, a volver nuestra mirada melancólica a otros tiempos, no siempre mejores. Y con esto ya hizo suficiente.
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Paloma
 23 June 2020
En los últimos años, Stefan Zweig se ha convertido en uno de mis autores favoritos y sus cuentos y novelas cortas me parecen espectaculares –obras con una profundidad en los personajes y con un lenguaje impecable, que me han conmovido de manera profunda. Entonces, quizá no hay alguien más sorprendida que yo misma ante el hecho que este libro no me cautivó como otros de los textos del autor austriaco.

Ahora bien, no se trata de la escritura ni de la calidad, que como todo lo que él produjo, es del más alto nivel. En este aspecto, he de reconocer que creo que lo que afectó mi percepción y el disfrute de este texto es que no puede evitar leerlo con los ojos de una lectora del siglo XXI y vaya que desde esa perspectiva, dos aspectos me molestaron de alguna manera.

El primero es que se trata de un texto totalmente eurocentrista –todos los grandes momentos estelares de la humanidad que Zweig apunta fueron realizados por europeos. Y bueno, basta decir que no estoy de acuerdo. Obviamente entiendo que Zweig escribió desde su tiempo, desde una época en particular y él era un hombre de su tiempo, pero aun así, si en su ficción es capaz de explorar sentimientos tan universalmente humanos, ¿por qué no pudo hacerlo también en la historia? Creo que a principios del siglo XX ya había bastante conocimiento de las obras o aportaciones hechas por otras culturas y me hubiera fascinado leer estos hechos en la pluma de Zweig. ¿Dónde quedó la construcción de las pirámides egipcias, la invención de la escritura, el primer lenguaje del hombre, el sánscrito, o bien la invención del cero por los mayas? Incluso, en la estampa que en mi opinión es la mejor de todas, El descubrimiento del Océano Pacífico mi emoción se vio un tanto mermada. Sin duda, el retrato que hace Zweig de esa odisea y de Núñez de Balboa es extraordinaria, y es uno de mis temas favoritos de la historia pero al final, afirma que Núñez fue “el primer hombre en ver ambos océanos desde la cima de una montaña”. En este caso, ¿no fueron los pobladores originales de la zona quienes vieron muchos siglos antes ambos mares y lo conocían a la perfección?

El segundo aspecto que me incomodó bastante se reduce a una sola línea. Ahora no recuerdo bien en cuál de las estampas históricas fue, pero Zweig afirma, palabras más, palabras menos, que fue culpa de una mujer que fue de chismosa y descubrió el secreto de alguien más y arruinó un plan. Porque claro, a las mujeres se nos dan naturalmente los chismes, ¿no? Por lo general, soy cuidadosa y entiendo que los autores escriben desde un contexto particular y en este caso, Zweig venía justamente de un mundo clásico, tradicional que comenzaba a derrumbarse tras la Primera Guerra Mundial. En ese sentido, no juzgo lo que escribe pero tampoco puedo evitar cierta molestia, porque es prejuicioso. Creo que en este libro Zweig perpetúa dos temas que desde siempre han generado debate –las ideas preconcebidas de que los europeos son superiores y más específicamente, los hombres europeos.

No por ello voy a dejar de admirar ni seguir leyendo la obra de este autor –de hecho, como dijera mi querido García Márquez, “el único deber de un escritor, y el deber revolucionario si se quiere, es escribir bien” y vaya que jamás se le podrá reclamar a Zweig de no cumplir. Sin embargo, me permito diferir y criticar este libro, que me he parecido con algunas fallas y no tan memorable –y salvo tres de los momentos, incluido el descubrimiento del Pacífico, el viaje hacia el polo sur, y la reconstrucción que hace de los últimos días de Dostoievski- los demás me parecieron, regulares. No me movieron profundamente, como otros de los textos de Zweig.
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Paco_Garrido
 05 September 2023
"Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios para que nazca un solo genio. Igualmente han de transcurrir millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar de la humanidad."

Para hablar de Zweig siempre hay que ponerse en pie y quitarse el sombrero, pero, posiblemente, este Momentos estelares de la humanidad (1927) sea una sus obras cumbres y una de las más influyentes de la literatura contemporánea, ya que llegó a ser de lectura obligada en muchas escuelas de Austria y Alemania. Zweig no aborda la Historia como docto sino como narrador y dramaturgo, atento a los aspectos dramáticos y a los conflictos trágicos en la vida de los individuos y los pueblos.

14 relatos o 14 joyas literarias que el autor aborda como concepto pictórico de “miniatura”, refiriéndose a ellos tal “resplandecientes e inalterables como estrellas, brillan sobre la noche de lo efímero”. Cuando el propio autor es tan erudito a la hora de formalizar su texto y hablar de él casi que sobran las palabras de un simple lector, por muy altruista que se encuentre al final de su lectura.

Probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria en excelentes relatos desde el ocaso del imperio de Oriente a la caída de Constantinopla, del Mesías de Händel a Napoleón o el indulto de Dostoievski momentos antes de su ejecución en 1849 hasta el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917. Puntos clave o de inflexión de la historia narrados a través de la fascinante y exquisita pluma de Zweig. Imprescindible.
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Alsondeunlibro
 09 June 2022
Un conjunto de relatos históricos cuya lectura fue perdiendo intensidad a medida que avanzaba, pero con una premisa que me ha parecido muy interesante.

Stefan Zweig publicó la edición final de esta obra en el año 1940 (tras haber ampliado la versión inicial incluyendo nueve episodios más). Si tuviese que destacar un elemento significativo en la obra de este autor, diría que es su sobresaliente escritura. La voz narrativa de Zweig destaca por su delicadeza, su sensibilidad y su correcto uso de la expresión lingüística.

En el caso de “Momentos estelares de la humanidad”, este reconocido escritor realiza un breve recorrido por la Historia de la Humanidad, rescatando “catorce miniaturas históricas” que son el ejemplo perfecto de cómo un “único instante es el que todo lo determina y todo lo decide”. “Momentos dramáticos y preñados de fatalidad”, que cambiaron el rumbo del mundo. Los pequeños detalles, el azar, las incontrolables fuerzas de la naturaleza... Existen un sinfín de particularidades y pequeños fragmentos de vida, segundos congelados en el tiempo, que escapan al control de los hombres y que tienen el poder de sellar el destino.

Desde el pensamiento de Cicerón y su influencia en la política y la vida de una época y sociedad que lo cambió todo, pasando por la pasión de Händel por la música o la salvación de Dostoyevski, hasta llegar, entre otros hechos, al descubrimiento del Polo Sur. Filosofía, descubrimientos geográficos, economía, diplomacia, música, literatura, tecnología... Múltiples ciencias y artes se conjugan en estos textos, dando lugar a un todo que demuestra la importancia de la armonía entre unas disciplinas y otras en el mundo. Esta variedad temática es la característica que más resaltaría.

Por otra parte, he de reconocer que, si bien comencé este libro impresionada por la capacidad de transmitir del autor, así como por algunos de los mensajes y reflexiones que encierran los momentos elegidos, no disfruté de igual modo los últimos capítulos, ya que comencé a percibir cierta artificialidad y monotonía en la escritura de Zweig e incluso sentía que perdían interés los últimos acontecimientos.

Aún así, recomendaría este libro sin duda, ya que creo que es una lectura muy enriquecedora que condensa el sello narrativo de Zweig en perfecta conjunción con el devenir de la Historia.
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marta_lo
 21 June 2020
Este no es el típico libro de historia, y estando escrito por Stefan Zweig ya antes de tenerlo en las manos sabemos que podemos encontrarnos con algo distinto. Y es que el autor es mundialmente conocido no solo por sus novelas más originales, como Novela de ajedrez, sino también por sus escritos sobre historia. Es maravilloso el poder contar con el para aprender algo más de acontecimientos históricos, ya que los narra de forma distinta a otros autores: en este libro en concreto da uso de varios estilos, como el relato corto, la poesía, o se atreve a continuar un relato de Lev Tolstói.

Antes de comenzar a leer sobre estos catorce acontecimientos históricos, el propio autor nos presenta un prólogo corto pero plagado de razones por las que escribir este libro. En estas dos escasas páginas podemos entrever el amor que Zweig siente por la historia de la humanidad, la importancia que le da a este tipo de momentos en ella, y nos alienta a continuar con la lectura.

Después de este breve prólogo, podemos entrar en materia directamente. Zweig decide escribir sobre catorce acontecimientos que o bien cambiaron el rumbo de la historia, para bien o para mal, o bien pudieron cambiar el rumbo de la misma pero en el último momento no se llevaron a cabo. Es increíble que, mientras estamos sentados en nuestros sofás leyendo un libro, puede estar ocurriendo algo diferente en cualquier punto del mundo que pueda cambiar la historia de una manera perpetua. Pues esta es la clase de momentos que Zweig escoge para este libro tan singular.

Zweig escribe con mucho detalle, aportando datos históricos que parecen difíciles de encontrar en los libros de historia de los colegios o institutos. Además, cuenta con una imaginación desbordante, por lo que es capaz de imaginar lo que podían estar pensando los protagonistas de estos acontecimientos de una manera muy precisa. No obstante, siempre que puede, aporta las propias palabras de estas personas, o bien escogidas de cartas o diarios, o también de discursos públicos.

En resumen, este es un libro singular de historia mundial, que narra momentos clave para la misma, de una las plumas más brillantes que he leído hasta ahora. Es muy recomendable para amantes de la historia o para cualquiera que tenga curiosidad por estos hechos tan importantes y poco tratados.
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Citas y frases (33) Ver más Añadir cita
EmilianoPDEmilianoPD21 November 2022
gran parte de lo que ocurre es indiferente y trivial. También aquí, como en todos los ámbitos del arte y de la vida, los momentos sublimes, inolvidables, son raros. La mayoría de las veces, en su calidad de cronista se limita a hilvanar, indolente y tenaz, punto por punto, un hecho tras otro en esa inmensa cadena que se extiende a lo largo de miles de años, pues toda crisis necesita un periodo de preparación y todo auténtico acontecimiento, un desarrollo. Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios para que nazca un solo genio. Igualmente han de transcurrir millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar de la humanidad. Pero cuando en el arte nace un genio, perdura a lo largo de los tiempos. A su vez cada uno de estos momentos estelares marca un rumbo durante décadas y siglos.
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HexekatHexekat05 August 2023
Y sólo con la guerra mundial, cuando La marsellesa, hace tiempo convertida en himno nacional, resuena de nuevo con aire belicoso en todos los frentes de Francia, se da la orden de que el cadáver del pequeño capitán Rouget sea inhumado en el mismo lugar que el del pequeño teniente Bonaparte. Bajo la cúpula de los Inválidos. Y así, el menos célebre entre los creadores de un himno inmortal descansa al fin, en el panteón de hombres ilustres de su patria, del desengaño de no haber sido más que el poeta de una sola noche.
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LavidamurmuraLavidamurmura07 May 2022
El destino impulsa a los poderosos y a los violentos. Durante años se convierte en el esclavo servil y sumiso de un solo hombre -César, Alejandro Magno, Napoleón-, pues ama al hombre elemental, que se asemeja a él, incontenible elemento. Pero a veces, en contadísimas ocasiones a lo largo de todos los tiempos, llevado por un peregrino humor se echa a los pies de algún indolente. A veces, y estos son los momentos más asombrosos en la historia universal, el hilo de la fatalidad cae durante una fracción de segundo en unas manos por completo incompetentes. [...] Pues tan solo por un segundo se entrega lo grande al insignificante. Y al que desaprovecha ese momento, jamás le concede una segunda oportunidad.
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perrorunaperroruna03 January 2018
Marco Tulio Cicerón preparó para su uso una magnífica biblioteca en su retiro rural, un inagotable panal de miel de sabiduría que contenía las mejores obras de los sabios de Grecia y los historiadores de Roma, acompañadas del compendio de las leyes. Con tales amigos de todas las edades y hablando todas las lenguas, un hombre no podía estar jamás aislado, por muy largas que fueran las noches
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LavidamurmuraLavidamurmura07 May 2022
La marsellesa no es una pieza de recital para una agradable voz de tenor, tampoco para ser cantada por una sola voz entre romanzas y arias italianas en un salón pequeño-burgués. Un canto que arrastra hasta alcanzar esos palpitantes y elásticos compases de desafío que llaman a los ciudadanos a coger las armas, se dirige a una masa, a una multitud. Y la instrumentación que le corresponde es el sonido de las armas, el resonar de las trompetas, los regimientos en marcha. [...] La ejemplar marcha, ese himno triunfal, esa canción de muerte, ese canto a la patria, el himno nacional de todo un pueblo, no es para que lo cante una soprano o un tenor sin acompañamiento, sino para las miles de gargantas de toda una masa.
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Videos de Stefan Zweig (10) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Stefan Zweig
Paz Alicia Garciadiego, autora de los guiones de películas como “Profundo carmesí”, “El diablo entre la piernas” o la adaptación de “El coronel no tiene quien le escriba”, platica con nuestro conductor, Harold Torres, sobre los autores y libros que han sido más relevantes para ella y descubre coincidencias entre ellos. Escucharemos, en la voz de Harold Torres, fragmentos de libros de León Tolstói, Adolfo Bioy Casares y Fiódor Dostoyevski.
Libros leídos: "Guerra y paz" de León Tolstói "La invención de Morel" de Adolfo Bioy Casares "Los demonios" de Fiódor Dostoyevski
Libros mencionados: "María Estuardo" de Stefan Zweig "Huckleberry Finn" de Mark Twain "Las aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain "Mujercitas" de Louisa May Alcott "Hombrecitos" de Louisa May Alcott "Ana Karenina" de León Tosltói "El azar y la necesidad" de Jacques Monod "Principio y fin" de Naghib Mahfuz "Días y destino" de Vasili Grossman "El dios salvaje. Ensayo sobre el suicidio" de al Alvarez "Una historia de amor y oscuridad" de Amos Oz
Autores mencionados: Charles Dickens Honorio Bustos Domecq (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares) Jorge Luis Borges Javier Marías
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