En su interior había un profundo vacío. Y en sus ojos marrones no podía hallar lo que en el fondo anhelaba. Porque lo que se despertaba en ella se esfumaba, así, en un miserable chasquido.
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En su interior había un profundo vacío. Y en sus ojos marrones no podía hallar lo que en el fondo anhelaba. Porque lo que se despertaba en ella se esfumaba, así, en un miserable chasquido.
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Reinventaron el amor, con tropiezos, indiferencias, dolor, hasta con la caótica experiencia de que uno de los dos había perdido la memoria y que solo, pero solo uno, sería capaz de recordarlo para siempre y comprender que tenerse de nuevo entre sus brazos significaría comenzar completamente desde cero.
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Frente a frente, narices con narices, boca a boca, cuerpo a cuerpo. Y el universo los atrapó. Embebidos en frenesí porque lo que sentían iba más allá de cualquier destino. Se respiraron, se rozaron, se amaron en silencio.
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Hoy, con tropiezos, habiendo estado dormida durante doscientas cuarenta horas seguidas, sigo luchando en esta batalla. Porque hoy, en el día de la Virgencita de Guadalupe, estoy dando una vuelta más al sol. |
A veces me siento en el limbo. Flotando en el aire y, de repente, caigo a tierra dándome la cabeza contra la pared. ¿Y si al final no estamos destinados a estar juntos? Entonces, no quiero darle más vuelta al asunto dejando que el tiempo lo decida.
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Al lado tuyo, todo pasa.
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Ya lo mencioné, no lo puedo controlar. Sin embargo, no desisto, soy demasiado consciente de este tormento que yo misma estoy provocando. Dicen que la memoria es selectiva y parece que yo elegí olvidarlo.
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¿Cuál es el límite? No causarle a Simón más daño del que ya le causé. Lo quiero a mi lado, cerquita y para siempre.
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—Clara, todos estamos hechos de dudas. Y vos no estás sola en este lío.
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Hoy decido creer que existen las terceras oportunidades.
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Gregorio Samsa es un ...