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Todo y que he leído por este mar de información que es internet las excelencias y grandiosidad que muchos lectores han encontrado en esta segunda parte, a mi me ha dejado bastante frío, lo que debe venir a corroborar mi transición hacia el fantástico mundo del "abuelo cascarrabias" que nada encuentra a su gusto. Para mi estamos ante el ya habitual y recurrente caso del editor achispado que cuando tiene una novela histórica en las manos y más con una primera parte que ha funcionado su cabecita le dice a todo gritar “más madera más madera” para hacer papel, que las 500 páginas del primero eran una miseria, nos tenemos que acercar a las 700. Y en eso se quedo el ritmo de la novela, en más de 300 páginas donde nuestra variopinta compañía de brutos y feroces guerreros pasan el invierno en la antigua Mérida a retozar entre verdes prados, prístinos ríos, solariegas domus de potentados locales y mugrosas tabernas de mala cerveza pero mejor compañía (lógicamente .... femenina). Para tanto solaz no hacía falta tanta página insípida, tanto recuerdo de lo que paso en la primera novela o de lo que el protagonista recordó en la primera novela y no viene mal volver a recordarlo que son páginas gratis que no debes pensar al escribir. El libro mejora en la tercera parte, con batallas, huidas y un ritmo totalmente opuesto al anterior, pero con un gran "pero", lo que va a pasar te lo estas imaginando desde que marchan de Mérida. de una forma u otra, en algún sitio u otro, sabes que pasará .... porqué en algún lugar (y no de la Mancha) debe haber acción, si no el libro se hubiera llamado "Prístinos y solazes días por la Hispania tardoromana" Solo queda decir a los señores editores, que los amantes de la literatura histórica no siempre necesitamos un pisapapeles como libro, que no siempre son necesarias 700 o 800 páginas (excepto Posteguillo que ya las necesita para todos los anexos, términos latinos, etc). Los libros deben ser intensos no una competición de ver quien acaba antes con la masa forestal del planeta. |
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